1 de diciembre de 2011

LEY DE MEDIOS: Una ley que naufraga en la crisis capitalista

La mayoría de los intelectuales de la comunicación conversos a la fanática defensa de la ley de medios solían mofarse de un aspecto central de nuestra caracterización sobre la nave insignia de su batalla cultural: la de que se trata de una ley capitalista, regida por una concepción mercantil de la comunicación y la información.

Los más cínicos solían afirmar que, tratándose de un Estado burgués, no era de esperarse otra cosa; pero otros se animaban a concebir la ley de medios como un instrumento para sustraer una porción del espectro del alcance del capital y posibilitar así la diversificación de "las voces".

Todas las voces, todas (no todas)

El anuncio de la licitación de 220 señales (110 comerciales y 110 para organizaciones sin fines de lucro) para canales de coberturas regionales en distintos puntos del país data de junio del presente año. Fue suspendido antes de las elecciones de octubre y postergado. La semana pasada, volvió sufrir una postergación de noventa días. La causa es la falta de interesados: "Si se hubieran hecho los concursos, tal como estaba previsto, tenían que haberse abierto en las provincias de Formosa, La Rioja, La Pampa, Misiones, Neuquén y Entre Ríos. Pero, por ejemplo, en Formosa nadie había comprado los pliegos para participar en la licitación de cuatro canales. Algo similar pasó en Chaco, donde pasado mañana se iban a hacer los concursos y nadie compró los pliegos para crear ocho canales" (Clarín, 23/11).

En los casos mencionados ocurre que los pliegos alcanzan valores de hasta 140 mil pesos, incluso para las organizaciones sin fines de lucro. La obligación de presentar un respaldo patrimonial a planes de inversión bianuales -que para televisoras de bajo costo y cumpliendo requisitos mínimos alcanzan la suma del millón de dólares- parece haber resultado un factor suficientemente desalentador . La desconcentración idealizada es un fracaso rotundo. Mientras tanto, la pluralidad de voces sólo alcanzó a los Electroingeniería y "el batallón 601" Martínez, que mantienen sus señales en el aire sin licencia adjudicada.

El ajuste de Moreno

Mientras para las "organizaciones sin fines de lucro" que pretendieran acceder a una señal de las adjudicadas al tercer sector no existió nunca una línea de financiamiento estatal, el fomento de la producción de contenidos bajo el control ideológico estatal acaba de caer en la desgraciada órbita de la "sintonía fina" del modelo.

En una reciente reunión con productores, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, los intimó a que en un plazo no mayor a veinte días el sector genere las condiciones para que su producción ingrese divisas por exportaciones en la misma proporción que las importaciones que requiere. De no cumplir la meta, prometió a cambio la eliminación de subsidios. "Si la industria automotriz y la de alimentos para perros pudieron, también tiene que poder este sector (...) que exporten maníes y vino, como hacen los importadores de autos de lujo", les habría explicado Moreno -quien olvidó el detalle de que "los derechos para la exportación de productos subsidiados les pertenecen al INCAA y a la AFSCA" (Perfil, 19/11).

Nacionalismo

Las revelaciones de la reunión que publicó Perfil, que presentaban a un diabólico Moreno, motivaron en un periódico afín al gobierno la aparición de otro Moreno más simpático, endemoniado sí, pero con los distribuidores de Hollywood. Al delegado de la Universal "le pidió la instalación de un parque temático como los que la compañía tiene en Orlando o Los Angeles para equilibrar la balanza comercial negativa por las películas que Universal estrena en la Argentina" y a todos les sugirió que "amor por amor se paga, por cada película que estrenan en el país, tienen que producir o exportar una argentina" (Ambito, 24/11).

Por lo tanto, de acuerdo con la política planteada por Moreno, si el INCAA y el AFSCA fracasan en la exportación que genere divisas idénticas a las importaciones requeridas, tendremos, por un lado, el fin de la producción de contenidos para la nueva televisión digital -con su consecuente fracaso en la creación de una "oferta diversa"- y, por el otro, un "cine nacional" orientado ideológicamente por los tanques de Hollywood.

La nave insignia de la batalla cultural del gobierno nacional y popular es un Titanic naufragando en los mares del imperialismo.

Julián (Ojo Obrero)