10 de febrero de 2013

RODRIGAZO EN VENEZUELA; LOS K PONEN LAS BARBAS EN REMOJO.

La nueva mega devaluación de la moneda venezolana, conocida como ‘bolívar fuerte’, constituye una advertencia a los trabajadores de América Latina acerca de la incapacidad de los llamados gobiernos nacionales y populares para defender los niveles de vida de la población socialmente más vulnerable.

Esto ocurre cuando el precio internacional del petróleo – la materia prima que representa el 95% de las exportaciones de Venezuela – continúa elevado e incluso es el doble de la previsión establecida en el presupuesto público del país. Los salarios de los trabajadores petroleros de Venezuela se encuentran entre los más bajos de la industria petrolera mundial y apenas en la media del salario de los venezolanos.

Esta nueva mega devaluación apunta a incrementar las contribuciones de la empresa petrolera, PDVSA, al Tesoro de Venezuela, pero no corrige ninguno de sus problemas estructurales: sólo PDVSA acumula una deuda externa superior a los 30 mil millones de dólares. PDVSA es manejada por una burocracia del Estado, ligada a proveedores y contratistas, completamente ajena al control y gestión de los trabajadores. Las empresas privadas de servicios tecnológicos, en gran parte extranjeras, absorben la mayor parte de la renta petrolera de Venezuela.

La devaluación golpeará fuertemente los precios de los alimentos, que son mayormente importados. El nacionalismo de contenido capitalista ha sido incapaz de industrializar al país y recuperar el mercado que dominan el capital extranjero y la burguesía local.

El tamaño de la devaluación, un 34%, no alcanza para corregir el desajuste cambiario en las condiciones existentes, de modo que es el comienzo de una escalada. Es una amenaza fatal para la política fiscal de redistribución del ingreso nacional. Una redistribución auténtica del ingreso nacional depende de una revolución en el modo social de producción y trabajo de la industria.

Las campanas de Venezuela doblan por Argentina, que también enfrenta la inminencia de un rodrigazo, sin que importe – aquí tampoco – la cotización elevada de la exportación de soja.

Los países que se jactan de rectitud fiscal y política anti-inflacionaria, están sufriendo una enorme inflación en dólares, debido a la política de devaluación del gobierno de Obama, que apunta a abaratar las exportaciones de Estados Unidos y desalojar del mercado a los competidores. Esta inflación dolarizada ha provocado un enorme proceso de desindustrialización. El rodrigazo de los países ‘probos’ llegará cuando empiecen a retroceder los precios internacionales de las materias primas – ya comenzó con el cobre y el platino – y aumente la tasa de interés internacional.

En oposición a los rodrigazos, sean estos nacionales y populares o neoliberales (abandono de la convertibilidad), propugnamos una planificación económica que apunte al desarrollo industrial autónomo y un control de la producción por parte de los trabajadores, para asegurar el progreso material e intelectual de la población laboriosa.

Jorge Altamira