21 de marzo de 2013

Un hombre de Estado

La versión de que su condición humilde y austera encumbró a Bergoglio al papado no puede ser tomada en serio. Se trata de un hombre de Estado (de la monarquía absolutista vaticana). Bergoglio fue un hombre del aparato de la Iglesia colaboracionista de la dictadura. Antes de eso fue un enemigo activo de la Teología de la Liberación y de los curas tercermundistas. En el juicio de la Esma, no pudo responder en forma clara sobre su participación en el secuestro y tortura de los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics. Las hijas de Emilio Mignone, ministro de Educación de Onganía y activo militante por los derechos humanos bajo la dictadura de Videla, acaban de ratificar esa acusación. Esto no desmiente su participación personal en la protección de algunos perseguidos, como lo hicieron otros personajes aliados de la dictadura.

Bergoglio declaró en el juicio de la Esma, aun a sabiendas de que no era cierto que el episcopado no tenía archivos sobre desaparecidos y robos de bebés en el final de los setenta. Hoy todavía, el sátrapa Von Wernich (el capellán militar que participaba en las torturas, amigo del genocida Camps, que pedía dinero a los familiares de desaparecidos a cambio de informaciones falsas) sigue protegido en algún exilio parroquial. Lo mismo se ha hecho con el pedófilo obispo Edgardo Storni o el sentenciado cura Julio Grassi, quienes, por supuesto, no han sido excomulgados por sus “pecados mortales”. De manera reiterada, Grassi aseguró también (aunque haya que tomarlo con pinzas) que contaba con la protección de quien dirigía el arzobispado de Buenos Aires.

Los gestos de Bergoglio hacia los curas villeros, los familiares de Cromañón o la campaña contra la trata, no contradicen en absoluto su lealtad a la cúpula vaticana, responsable de dictaduras y violaciones de todo calibre. La Nación, en una infografía gigante sobre las posiciones de Bergoglio respecto de cuestiones candentes, destaca en el rubro “pedofilia” que el hoy Francisco “nunca se pronunció al respecto”. Es aquí donde toman todo su sentido sus palabras acerca de la ‘misericordia’, con los violadores y con los violentados. En el programa de Grondona, un cura criticó la justicia que no va acompañada de la misericordia -en una sociedad que asegura la impunidad para los opresores y poderosos. Bergoglio está advirtiendo que no será inmisericorde con la mafia vaticana, o sea que enarbola un programa de compromiso y encubrimiento. El curriculum de Bergoglio incluye sus coqueteos con la agrupación derechista Guardia de Hierro, así como su labor al frente de la Compañía de Jesús para poner en vereda a los curas tercermundistas partidarios de la Teología de la Liberación.

Pablo Rieznik