11 de julio de 2013

El Gran Hermano de la Argentina de los K

La NSA, el servicio de inteligencia norteamericano para el que trabajaba Snowden, actuaba en colaboración con el espionaje europeo. Julian Assange denuncia la “agresividad” de los espías argentinos. Un oficial del Proyecto X al frente del Ejército.



“Es así como operan los servicios de inteligencia”, dijo Barack Obama en Tanzania, para responder a los indignados pedidos de explicaciones de los gobiernos europeos por el sistema de espionaje organizado por los Estados Unidos y denunciado por el ex agente Edward Snowden, que afecta incluso a los Estados de la Unión Europea (Folha de S. Paulo, 2/7). Por supuesto, antes de lanzar esa peculiar confesión, Obama había negado que el aparato de inteligencia de Washington espiara a sus aliados de Europa, pero lo que vale es eso: “Así operan los servicios de inteligencia”.

No es cierto que entre bueyes no haya cornadas. Las hay y pueden ser fortísimas, sobre todo en tiempos de crisis. Sin embargo, las cornadas no pasarán en este caso de unos cuantos gritos más o menos sonoros. Francia, Alemania e Italia, por ejemplo, pidieron explicaciones a Obama y algunos hasta amenazaron con suspender las negociaciones por el acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea. Pero, si ese acuerdo corre peligro no es por el espionaje, sino por la crisis que adquiere, cada vez más, características de guerra comercial.

Seguramente por eso, el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durâo Barroso, dijo impulsar el esclarecimiento del espionaje “pero abogó, al igual que grupos conservadores y la canciller alemana, Angela Merkel, por seguir adelante con las negociaciones” (Tiempo Argentino, 4/7).

En materia de espionaje, nadie tiene derecho al pataleo. Días después de conocerse la denuncia de Snowden, el vespertino francés Le Monde explicó que Francia hace lo mismo con su propio sistema de inteligencia. “La totalidad de nuestras comunicaciones son espiadas -dice el diario parisino. El conjunto de los e-mails, SMS, los listados telefónicos, los accesos a Facebook y Twitter son conservados durante años” (véase Página/12, 8/7). Por su lado, el semanario alemán Der Spiegel informa que “la NSA norteamericana (el servicio al cual pertenecía Snowden) trabaja mano a mano con los alemanes y otros países occidentales”.

Esa sociedad de espías internacionales, ese Gran Hermano en el cual todos intentan convertir al mundo, explica el encarnizamiento con el cual Estados Unidos y sus aliados europeos -es decir, hasta los espiados- persiguen a Snowden, convertido en un paria sin visado en la zona de pasajeros en tránsito de un aeropuerto de Moscú. Ese tipo de denuncias, esas filtraciones, sí ponen en peligro todo un andamiaje que por definición exige el secreto y, por eso, ninguno de ellos puede permitirlo. Esa persecución implacable es sufrida en carne propia también por Julian Assange y por el soldado Bradley Manning, encarcelado en Estados Unidos.

¿Cómo andamos por casa?

“Quédense tranquilos, salvo que estén haciendo algo que no corresponda. Ahí sí, puede ser que estén en el Proyecto X”, dijo tiempo atrás la Presidenta al conocerse el plan de espionaje interno organizado por su entonces ministra de Seguridad, Nilda Garré, con el aparato de inteligencia de Gendarmería Nacional.

Mientras tanto, Julian Assange, refugiado desde hace un año en la embajada de Ecuador en Londres por haber revelado una enorme cantidad de información de inteligencia, dijo, en una entrevista con Infobae, que la Argentina tiene el sistema de espionaje “más agresivo” de América Latina. Assange se refería al Sistema de Federal de Identificación Biométrica (Sibios) que se puso en funcionamiento aquí y permite llevar un registro de datos personales, huellas dactilares e imágenes faciales de los ciudadanos.

Según la Presidenta, el Sibios permitirá “luchar contra el delito” con mayor eficacia. Seguramente, la señora alude a quienes hagan “algo incorrecto”, al igual que quienes van a parar al Proyecto X.

Ahora, para mejorar esa eficacia, ha puesto al frente del Ejército al general César Milani, jefe de Inteligencia de esa fuerza desde 2007. Milani se dedica al espionaje desde su lejana juventud: en 1976 ya era oficial de esa área, y en tal condición tomó parte del Operativo Independencia, dedicado, con la excusa de combatir a un insignificante foco guerrillero instalado en el monte tucumano, a perseguir, secuestrar, torturar y asesinar activistas obreros y estudiantiles.

En la interna militar, Milani estaba entre los oficiales superiores más próximos a Garré cuando esta mujer era ministra de Defensa. En otras palabras: es uno de los generales vinculados más íntimamente con el Proyecto X, con el espionaje a militantes sociales, políticos, periodistas e incluso funcionarios del oficialismo a los que se quiere tener de rehenes para que no digan inconveniencias.

Resulta obligatorio organizar una campaña internacional por la liberta de Manning y el cese de las persecuciones a Assange y Snowden, y, para empezar por casa, exigir el desmantelamiento de un aparato de inteligencia -que, además, muestra por todos sus costados supervivencias de la dictadura- orientado a perseguir a los luchadores sociales cuando esa lucha, precisamente, recrudece.

A. Guerrero