A los intelectuales kirchneristas de Carta Abierta se les escapó la única ‘autocrítica' que hubiera valido la pena: que al cabo de ocho años de gobierno K la derecha avanza rauda; que lo que se creía remoto o distante cuando ocurrió la crisis de 2001, ahora es una posibilidad distinguible.
Para decirlo con el lenguaje de los K: la gestión de gobierno kirchnerista ha sido "funcional a la derecha".
Estos ocho años han dejado, en una lista corta, una inflación anual del 25%; el rechazo al 82% móvil para poder pagar la deuda externa con la plata de la Anses; una tasa del 33% de la población por debajo de la línea de pobreza, cuando los capitalistas han hecho las mayores ganancias de la historia (tanto del campo como de la ciudad, pero en especial los sojeros y los banqueros); el crecimiento de la precariedad y la tercerización laborales; el vaciamiento energético del país, como consecuencia de la defensa de la privatización menemista de YPF; una fuga de capitales consentida de 66 mil millones de dólares; la tentativa de destrucción del movimiento popular a través de los Moyano y los Pedraza, la Juventud Sindical y La Cámpora; los Schoklender y los Zanola.
No se trata de un ‘proyecto' que pueda entusiasmar al pueblo pues es, al fin del día, indistinguible del entreguismo derechista.
Los K asumieron en 2003 con el objetivo de restaurar un orden social que fue quebrado por las rebeliones de 2001/2; la derecha viene ahora a recoger los resultados y los frutos.
Las elecciones en la Ciudad y en Santa Fe han demostrado, sin embargo, algo más: que el ‘proyecto' (si es que existe) del que se jacta tanto charlatán se ha convertido en un rehén de la derecha.
El oficialismo nacional fue destruído en las elecciones capitalinas no sólo porque exhibió a un candidato, Filmus, que ha sido un artífice de la mayor empresa de privatización de la educación en Argentina (cuando sirvió a Grosso, Decibe y Menem) ni tampoco porque su co-piloto, Carlos Tomada, es un compinche de la burocracia sindical y del infame José Pedraza.
Fue destruido, también, porque su aparato pejotista trabajó abiertamente por el macrismo, desde las posiciones de poder que le dio el kirchnerismo.
La dependencia de los K del aparato pejotista quedó ilustrada todavía más en Santa Fe, donde ese aparato le dio el 70% de los votos al macrista Midachi -como lo demuestra el hecho de que Del Sel cae al 14% para diputados desde el 35 que recogió para gobernador, mientras la lista de diputados del PJ sube al 36%, cuando para gobernador no sacó más que el 22%.
¡Quién puede sorprenderse entonces de que Scioli haya salido, el lunes pasado, a saludar la elección excepcional del macrismo en Santa Fe y a señalar que Del Sel clona su propia trayectoria desde la motonáutica al kirchnerismo, luego de haber pasado por el menemismo y por el duhaldismo!
Los de Carta Abierta y los Fito Páez ocultan, cuando se ‘autocritican', que el amigo del ‘proyecto', Scioli, y Macri, el ‘destituyente', representan los mismos intereses sociales. Estos convergen ahora para reclamar el abandono de la "emergencia económica", que tan bien sirvió para dar una salida capitalista a la crisis de 2001 y para ‘normalizar' las relaciones económicas internacionales, es decir contraer nuevas deudas con la banca mundial -como ya lo hacen Macri, Scioli y varios gobernadores (a tasas usurarias)- y producir tarifazos.
Scioli ha comenzado a ser exhibido ahora por el aparato de la ‘juventud militante' como su carta de triunfo -en una obscena adaptación al avance de la derecha (Scioli también impuso una liberación de la exportación de trigo, que encarecerá aún más el pan y los derivados de la harina).
Desde hace tiempo, la pretendida izquierda del kirchnerismo desató una campaña contra el Partido Obrero, acusándonos de ‘funcionales a la derecha'. Pero los hechos están a la vista: el kirchnerismo se ha convertido en el ‘as' en la manga para el avance de la derecha.
En un régimen en el cual gobiernan los payasos -los políticos cuyas máscaras esconden los intereses capitalistas a los que sirven-, nada más natural que un payaso devenido en político.
Apostar políticamente por el kirchnerismo no es solamente apostar por una de las fracciones políticas del capitalismo; es también favorecer el avance de la llamada derecha, que clama por el ‘orden' y la ‘libertad' (del mercado y del capital).
Llamamos a los trabajadores a discutir con nosotros este balance político y a sacar las conclusiones que de él emergen: reconocer que el ‘proyecto' es puro discurso y demagogia, y que para responder al avance de la derecha, defender nuestros intereses y avanzar en nuestras aspiraciones, el primer paso es votar al Frente de Izquierda y los Trabajadores.