Entre la elección provincial del 7 de agosto y la presidencial de una semana después, el Frente de Izquierda creció en Córdoba un 50% en su votación. En Capital aumentamos un 37% y el interior dio el mayor salto. El Frente obtuvo el 3,7% de votos para presidente y el 4% para diputados nacionales (68.150 votos). En la Capital obtuvimos el 6 y el 6,5%, respectivamente, con barrios arriba del 10%. En el interior tuvimos votaciones muy altas en Colón (casi el 5%), en Santa María (4%) y en Punilla (3,8%, con un 8% en Capilla del Monte), y un crecimiento en todos los departamentos.
Nuevamente volvimos a dejar atrás a la Coalición Cívica-ARI y, en Capital, le ganamos a la lista delasotista de diputados nacionales. La lista de Proyecto Sur llegó al 0,7%.
Consideraciones generales
La elección cordobesa tuvo grandes perdedores. Uno fue el radicalismo, que incluso retrocedió de la ya pobre elección de Aguad, ubicándose segundo con un 17%. Binner obtuvo la mitad de los votos de Juez, que apadrinó la lista y le puso la candidata a vicepresidenta. Más que eso, a una semana de la derrota la elección nacional mostró la disgregación del aparato juecista, que pasó de un fiscal por mesa a uno general -y no en todas las escuelas.
Carrió perdió 250 mil votos y pasó del 19% a menos del 3%.
El delasotismo mantuvo su lista a diputados nacionales (boleta corta), pero apenas arañó un 7%, fundamentalmente por el interior.
CFK ganó en todos los departamentos, incluidos los sojeros, obteniendo casi un 35%, diez puntos más que en 2007.
Los resultados electorales son un verdadero revulsivo, ¿quién domina políticamente en Córdoba? La Presidenta, que no pudo influir en la elección provincial del domingo 7, una semana después se alza con el triunfo. El ganador del 7, De la Sota, sacó la sexta parte de los votos obtenidos una semana antes. La UCR y el juecismo avanzaron en su demolición.
En un mes se elige el intendente y los concejales de la ciudad de Córdoba (el 40% del electorado provincial). Todos presagian un final abierto entre cuatro listas, una forma de decir que nadie tiene un ascendiente ganado y consolidado.
El cuadro político es de inestabilidad; la bancarrota capitalista lo terminará de sacudir. El Frente de Izquierda no sólo se consolidó, sino que creció: es una fuerza en ascenso. Un buen punto de apoyo para ir por concejales en la Capital y un reagrupamiento político mayor.
Eduardo Salas