Un cable de estas horas relata un calvario conocido en la Argentina: el de Ofelia Esther Wilhelm, jubilada, quien inició un juicio por el ajuste retroactivo de sus haberes y el cobro de los intereses respectivos. Ofelia, como más de 300.000 jubilados, quiere acogerse al “fallo Badaro” de la Corte Suprema -el cual estableció, para un caso, el reajuste de los haberes congelados entre 2003 y 2008. En abril de este año, Ofelia consiguió sentencia firme de la Justicia para su reclamo. Sin embargo, como con tantos otros jubilados, la Anses desconoce el fallo y no le paga a Ofelia lo adeudado. Anualmente, la Anses sólo paga uno de cada diez de estos juicios. Pero en el mismo lapso desde que Ofelia inició su demanda, la caja de los jubilados prestó dinero a la General Motors, absorbió buena parte de los títulos de la deuda pública y, recientemente, aportó sus dólares a la especulación cambiaria para financiar la fuga de capitales. La “imposibilidad” de pagar juicios -a la que siempre alude el titular de la Anses- es inseparable de esta política de rescate de los capitalistas.
Ofelia deberá seguir esperando. O pedir, como tantos otros jubilados, la ayuda de sus hijos. En su caso, la que tendrá que arrimar algo a la olla es su hija: Cristina Fernández de Kirchner.
M.R.