Cuando, hace unos años, Prensa Obrera y unos pocos medios más se refirieron a investigaciones que probaban documentalmente el vínculo personal y directo del general Juan Perón con la fundación, organización y control operacional de la Triple A, la burocracia sindical empapeló la ciudad con afiches que decían, amenazantes: "No jodan con Perón".
El verdadero mensaje de aquellos afiches exigía una segunda lectura. En verdad, a los burócratas poco les importaba ni les importa Perón, a quien traicionaron cuantas veces les fue posible. Lo que ellos querían decir con esa amenaza era "no jodan con la burocracia", porque una investigación a fondo sobre los crímenes de esos años llevaría detrás de las rejas a buena parte de ellos.
De Gerardo Martínez se ha sabido, como es público, que fue agente del Batallón 601 de Inteligencia durante la dictadura y que está involucrado en la entrega de 105 trabajadores de la construcción a los grupos de tareas, para que los masticaran en los campos de concentración.
Después de conocerse ese pasado del capo de la Uocra, Cristina Fernández lo llevó con ella a Cannes, a la reunión del G-20, y las fotos que se sacó con él en esa ocasión fueron distribuidas por la presidencia. No se trató de un error ni de una tontería en una mujer que se equivoca poco y de tonta no tiene nada: eso fue un mensaje político de respaldo explícito a quien mantiene como su favorito para relevar a Hugo Moyano al frente de la CGT. La "profundización del modelo" implica mayores tarifas y menores salarios. Por lo tanto, necesita el respaldo de una burocracia obsecuente. De ahí la franela con el buchón del 601 y la persecución política y judicial a los sindicalistas combativos e incluso a burócratas díscolos.
Moyano y la Triple A
A pesar de los tironeos y las peleas con Moyano, el jefe camionero está a punto de eludir, mediante chicanas diversas, el proceso que se le sigue por injurias cometidas por él contra Carlos Petroni, uno de quienes lo denunciaron por su pasado en la Triple A.
El gobierno y el Poder Judicial son cómplices en ese intento, dado que la causa está por prescribir.
Moyano, según se ha probado, le pagó a un familiar de Petroni para que firmara solicitadas falsas que desmentían la denuncia, lo cual no dejaba de ser una confesión. Moyano, en aquellos tiempos, militaba en la Juventud Sindical de Mar del Plata. La JS adhería a la Juventud Peronista de la República Argentina (la JPRA, o "Jotaperra", como se la conocía entonces), dirigida por Julio Yessi, un ladero de José López Rega. En Mar del Plata, la JS estaba vinculada directamente con un grupo fascista de choque, autor de numerosos crímenes: Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), conducida por Carlos Ernesto Castillo, (a) "El Indio" -luego represor al servicio de los militares.
En medio de su puja con Moyano, el gobierno mantiene sobre el jefe camionero la amenaza de mandarlo a la cárcel por el caso de los medicamentos, por el cual ya metió en prisión a Juan José Zanola. Pero necesita salvarlo de los cargos referidos a la Triple A, porque en ese punto -el de la represión dictatorial- caen en la volteada varios de los amigos del oficialismo, como Martínez.
He ahí el gobierno "de los derechos humanos".
El verdadero mensaje de aquellos afiches exigía una segunda lectura. En verdad, a los burócratas poco les importaba ni les importa Perón, a quien traicionaron cuantas veces les fue posible. Lo que ellos querían decir con esa amenaza era "no jodan con la burocracia", porque una investigación a fondo sobre los crímenes de esos años llevaría detrás de las rejas a buena parte de ellos.
De Gerardo Martínez se ha sabido, como es público, que fue agente del Batallón 601 de Inteligencia durante la dictadura y que está involucrado en la entrega de 105 trabajadores de la construcción a los grupos de tareas, para que los masticaran en los campos de concentración.
Después de conocerse ese pasado del capo de la Uocra, Cristina Fernández lo llevó con ella a Cannes, a la reunión del G-20, y las fotos que se sacó con él en esa ocasión fueron distribuidas por la presidencia. No se trató de un error ni de una tontería en una mujer que se equivoca poco y de tonta no tiene nada: eso fue un mensaje político de respaldo explícito a quien mantiene como su favorito para relevar a Hugo Moyano al frente de la CGT. La "profundización del modelo" implica mayores tarifas y menores salarios. Por lo tanto, necesita el respaldo de una burocracia obsecuente. De ahí la franela con el buchón del 601 y la persecución política y judicial a los sindicalistas combativos e incluso a burócratas díscolos.
Moyano y la Triple A
A pesar de los tironeos y las peleas con Moyano, el jefe camionero está a punto de eludir, mediante chicanas diversas, el proceso que se le sigue por injurias cometidas por él contra Carlos Petroni, uno de quienes lo denunciaron por su pasado en la Triple A.
El gobierno y el Poder Judicial son cómplices en ese intento, dado que la causa está por prescribir.
Moyano, según se ha probado, le pagó a un familiar de Petroni para que firmara solicitadas falsas que desmentían la denuncia, lo cual no dejaba de ser una confesión. Moyano, en aquellos tiempos, militaba en la Juventud Sindical de Mar del Plata. La JS adhería a la Juventud Peronista de la República Argentina (la JPRA, o "Jotaperra", como se la conocía entonces), dirigida por Julio Yessi, un ladero de José López Rega. En Mar del Plata, la JS estaba vinculada directamente con un grupo fascista de choque, autor de numerosos crímenes: Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), conducida por Carlos Ernesto Castillo, (a) "El Indio" -luego represor al servicio de los militares.
En medio de su puja con Moyano, el gobierno mantiene sobre el jefe camionero la amenaza de mandarlo a la cárcel por el caso de los medicamentos, por el cual ya metió en prisión a Juan José Zanola. Pero necesita salvarlo de los cargos referidos a la Triple A, porque en ese punto -el de la represión dictatorial- caen en la volteada varios de los amigos del oficialismo, como Martínez.
He ahí el gobierno "de los derechos humanos".
A. Guerrero