El papel del gobierno ‘nacional y popular'
La rebelión de los pueblos de Alto Carrizal, Famatina y Chilecito contra la radicación de la canadiense Osisko ha ganado una amplia repercusión nacional. En los últimos quince días se desarrollaron cacerolazos y movilizaciones en varias provincias en apoyo a la lucha, mientras que en Capital Federal hubo concentraciones en el Obelisco y movilizaciones a las casas de La Rioja y Catamarca, la Embajada de Canadá y la Secretaría de Minería. En todos los casos, las acciones han contado con un fuerte respaldo de organizaciones sociales y políticas, y han reagrupado asambleas populares que luchan contra emprendimientos contaminantes en todo el país (desde los vecinos santacruceños que defienden el Lago Buenos Aires hasta los vecinos que defienden la ribera Avellaneda-Quilmes contra un megaemprendimiento de Techint, entre otras).
El apoyo a la lucha de Famatina ha despertado también el apoyo de artistas. Hay denuncias de censura de Canal 7 contra la actuación del folclorista Rally Barrionuevo en Cosquín, donde el músico se pronunció firmemente en apoyo a la lucha. Incluso numerosos artistas ligados al kirchnerismo se han plegado a la causa.
Famatina ha sido un acicate que reimpulsó otros conflictos. La Asamblea de Belén reemprendió en estos días los cortes contra la minera La Alumbrera, en Catamarca, aunque fueron desalojados de la ruta 40. En Bariloche, 1.500 personas protestaron en el Centro Cívico exigiendo la derogación de la ley que permite el uso de cianuro en la minería.
Un pueblo sublevado
Mientras tanto, en Famatina, el corte en el Alto Carrizal superó los 25 días, con guardias de 300 personas, que en alguna oportunidad han llegado a las 2.000. Una fiscal de Chilecito pidió a la policía local que reprimiera el bloqueo, "pero los uniformados se negaron a hacerlo. Había familiares suyos entre los manifestantes" (El País, 25/1). Por este motivo, Beder Herrera se vio obligado a enviar fuerzas especiales de seguridad provenientes de la capital riojana. La magnitud de la rebelión se expresa en la marcha del jueves 19, que reunió en Famatina a 5.000 de sus 7 mil habitantes. Diez mil ciudadanos de Chilecito y Famatina se movilizaron el 26 hasta La Rioja, convocados por las Asambleas Ciudadanas por la Vida y en rechazo a la minería a cielo abierto.
La rebelión popular de Famatina abrió una crisis política en el oficialismo provincial. El intendente de Famatina, Ismael Bordagaray, ha expresado su apoyo a la "resistencia popular" (La Nación, 27/1), mientras que Beder Herrera ejerce una fuerte presión sobre sus concejales en Chilecito para tratar de encuadrarlos.
Por su masividad y su alcance, la rebelión riojana se inscribe dentro de los levantamientos populares sudamericanos contra la depredación ambiental, cuyos últimos casos fueron la rebelión indígena de Bolivia contra la carretera de la brasileña OAS, la rebelión en el departamento peruano de Cajamarca contra el proyecto Conga, y la rebelión de Andalgalá en nuestro país.
Génesis
La lucha por la preservación del cerro Famatina, un verdadero tanque de agua y fuente de vida de todo el Valle Antinaco-Los Colorados, tiene un largo trayecto. Hace algunos años, un corte de ruta de más ocho meses en Peña Negra, sostenido por asambleas ciudadanas de La Rioja, Chilecito, Famatina, Chañarmuyo, Guandacol y otros lugares, repudió los intentos de la canadiense Barrick Gold por instalarse en la región. En julio de 2010, la Presidenta visitó China y firmó junto al gobernador Beder Herrera un convenio con la Shandong Gold Group para la explotación de zonas aledañas a Chilecito. Después de estos dos intentos, frustrados por la movilización popular, el gobierno autorizó el desembarco de la Osisko a fines de 2010.
"Las asambleas ciudadanas nacieron en 2006 luego de que el ex gobernador Angel Maza firmara un contrato con la empresa Barrick Gold para explorar y explotar el Famatina" (Clarín, 22/1). Maza, quien sería propietario del 41 por ciento de las acciones de la minera Yamiri, fue enfrentado por el entonces vicegobernador Beder Herrera, que hizo aprobar en 2007, en el marco de su carrera a la gobernación, una ley que prohibía la minería a cielo abierto. Pero transformado en gobernador, Beder Herrera derogó la ley y se transformó en un abierto lobbista de los grupos mineros. Como tal, ha impulsado el entrelazamiento con estos capitales por medio de la empresa provincial Emse. Si bien logró su reelección cómodamente en 2011, alineado a CFK, resultó derrotado en Famatina y Chilecito por más de 20 puntos de diferencia.
Los K y el capital minero
Una de las primeras medidas tomadas por "El" cuando llegó a la presidencia, y que "Prensa Obrera" denunció intensamente, fue la promulgación de un decreto (753/04) que permitió a las compañías mineras liquidar la totalidad de sus divisas en el exterior. Este privilegio entroncaba con los que había iniciado el menemismo, que abrió las puertas a la minería metalífera contaminante, y a gran escala. Otro gesto del kirchnerismo fue mantener como secretario de Minería a Jorge Mayoral, que llegó a esa función bajo la presidencia de Duhalde y que tiene "excelente diálogo con los gigantes de la industria" (ídem). Entre 2003 y 2009, "los proyectos mineros crecieron un 907%" (ídem).
Bajo su primera presidencia, en 2008, CFK vetó la ley de protección de glaciares impulsada por el diputado Bonasso y aprobada por unanimidad en el Congreso. Más adelante, se aprobó una ley similar, que establecía la realización de un inventario de cuerpos de agua y hielo, donde quedarían prohibidas las actividades contaminantes. La estrategia del gobierno esta vez fue diferente: dejó pasar el tiempo hasta que la ley quedó promulgada de hecho en octubre de 2010; la Presidenta se tomó otros cuatro meses para reglamentarla, y el inventario de los glaciares -según Aníbal Fernández- estará listo... "en cinco años" (La Nación, 29/10/11). Para entonces, quizá las mineras hayan devastado ya los glaciares que la ley intentaba proteger.
A la luz de la necesidad de controlar las reservas y enfrentar el déficit fiscal y la crisis financiera en las provincias, el gobierno de CFK obligó recientemente a las mineras a liquidar las divisas en el país. También promueve la asociación de los gobiernos provinciales con los pulpos mineros por medio de la creación de compañías propias, como un modo de capturar ingresos en medio de la crisis. Hay una docena de proyectos legislativos que analizan una reforma de la ley 24.196 de regulación de la actividad minera para aumentar las regalías (ahora en el 3%), que podría llegar al 12% (BAE, 23/1). Uno de esos proyectos, del senador sanjuanino Gioja, plantea atar el porcentaje de las regalías a la cotización de los metales en el mercado.
Las empresas mineras, que se han llenado los bolsillos, están dispuestas a "ceder algunos puntos de su ganancia para ganar tranquilidad en la continuidad del negocio" (ídem). El aumento de las regalías podría ser una moneda de cambio "que posibilite una salida elegante al conflicto que se desarrolla en Famatina: cambiar la ecuación tributaria podría diluir la discusión sobre el impacto ambiental de la mano de una inyección de divisas en las provincias donde operan estas firmas" (ídem). Pero veamos brevemente las consecuencias del accionar de la megaminería contaminante.
Veneno
Sólo a modo de ejemplo de cómo operan los pulpos mineros en el país, señalemos que el proyecto binacional aurífero de Pascua Lama está envenenando la provincia de San Juan. La compañía extrae la tierra en montañas chilenas y la envía por un túnel a la Argentina, donde se utilizan millones de litros de agua y cianuro para separar el oro. Como resultado de esto, "el agua contaminada por el cianuro se queda en Argentina, en un foso de 300 hectáreas y 400 metros de profundidad" (El País, 6/10/11). El oro es devuelto a Chile, donde la compañía tributa el 75 por ciento de los impuestos (la presión impositiva en ese país menor). Barrick Gold interpuso un recurso de amparo para preservar el proyecto, aceptado por la Justicia sanjuanina, por el cual no se aplica en dicha provincia la Ley de Glaciares.
La explotación minera del Famatina, en tanto, podría liberar, "mediante explosiones de los cerros, minerales tóxicos (arsénico, cadmio, plomo y otros) que afectarían la salud de los pobladores y el ecosistema de la región, pues las sierras regulan el clima y la provisión de agua de la provincia" (PO Nº 1.198).
En la zona de Belén y Andalgalá, la radicación de emprendimientos mineros ya ha producido un aumento de los casos de cáncer. En la pequeña Andalgalá, antes había dos farmacias, y ahora hay quince.
Nacionales con un discurso antinacional
La proyección nacional del conflicto de Famatina ha obligado al oficialismo a pronunciarse. Tanto Beder Herrera como el secretario de Medio Ambiente, Mussi, han preferido desestimar las denuncias contra las mineras y aseguran que habrá "contaminación cero" (Ambito, 24/1). La complicidad con los grupos mineros es total. Fuera de micrófono, el argumento para defender la minería a cielo abierto consiste en transformarla en sinónimo de un progreso irreversible, que las provincias ‘pobres' no deberían desaprovechar, que no es más que la reproducción del discurso patronal: "sin minería a cielo abierto no habría electrónica, edificios ni caminos", sostiene el gerente general de la Cámara de Empresarios Mineros (El País, ídem). El secretario de Minería, Mayoral, dice que genera puestos trabajo, pero "lo desmiente el propio Indec: en 2010 hubo 7.127 trabajadores registrados en explotación de minerales metalíferos, lo que equivale al 0,045% de la Población Económicamente Activa" (Perfil, 22/1).
La defensa del ‘progreso' aparejado por el desarrollo minero es una vulgar apología de los intereses del capital financiero internacional y minero en la región, y que repite cada una de sus falacias. De este modo, transforman a la devastación ambiental en ‘progreso' y a la entrega de la soberanía en ‘desarrollo nacional'. Lo cierto es que los metales extraídos con tecnologías contaminantes y que dejan un daño irreparable en la población nativa, los suelos y el agua, y por el cual pagan además regalías insignificantes, se vuelcan en masa a la especulación en las bolsas del mundo (la onza de oro alcanzó picos de 1.900 dólares durante 2011). Es un taparrabos discursivo ‘antinacional' para defender una política de asociación menor con el imperialismo, y de judicialización, espionaje y represión contra los ambientalistas y asambleas populares.
La victoria de la lucha riojana es importante para golpear la ofensiva de los pulpos contaminadores en todo el país.
¡Fuera la Osisko de Famatina!
Gustavo Montenegro