A lo largo de los últimos años, la lucha ambiental se masificó en toda Latinoamérica. El ascenso de los gobiernos nacionalistas, lejos de frenar la escalada de depredación, le dio un nuevo impulso. Estos gobiernos han llegado al poder con el apoyo de organizaciones sociales críticas de la explotación minera, en uno de los casos más clamorosos de estafa política.
Juntos somos más
Mientras el derechista Piñera persigue a los mapuches judicialmente como "terroristas", en un intento por desalojarlos de las tierras del sur de Chile, el gobierno golpista de Honduras encubre el asesinato de campesinos para expropiar sus tierras. El gobierno de Panamá, otro exponente de la derecha continental, enfrenta los bloqueos de carreteras que ejercitan los pueblos indígenas, los movimientos populares y las organizaciones sindicales, para rechazar una nueva ley de reforma al Código de Minería -que expone a las tierras indígenas a las actividades de minería de cobre y oro. Luego de una represión que dejó cientos de heridos, detenidos y dos muertos, el gobierno tuvo que sentarse a negociar en el marco de una vigilia de sindicatos, indígenas, campesinos y estudiantes.
Del lado de los gobiernos "nacionales y populares", la semana pasada estuvo marcada por la gran "marcha por el agua" de los indígenas peruanos, de Cajamarca hasta Lima, para entregar iniciativas legislativas que declaran al agua como un derecho humano, y la inviabilidad del proyecto minero Conga (que representa una inversión de más de 4.800 millones de dólares). La movilización, que empezó con unos 200 dirigentes campesinos y sociales y el apoyo de más de 120 organizaciones, se ha engrosado y sumado y sumó a miles de participantes. En oposición al reclamo de los manifestantes, Humala diseñó un plan asistencial basado en la suba de impuestos a la actividad, con el propósito de cooptar, dividir a los sectores populares y aislar las luchas ambientales. Según el informe estadístico del Inei de 2011, entre 2000 y 2009 la participación de las remuneraciones salariales en el PBI se ha reducido del 24,4 a 22%, mientras que la cuota del excedente de explotación se incrementó de 59,1 a 62,8%. El desarrollo de la inversión minera va de la mano de una profundización de la explotación social.
En un conflicto similar, a fines del año pasado, Evo Morales reprimió salvajemente la marcha de los indígenas por la defensa del Tipnis, contra una carretera que partiría en dos esa reserva natural. Los dirigentes indígenas se han acercado a la derecha, con la expectativa sin fundamento de que los apoyaría en su lucha contra el gobierno.
Brasil, las bambalinas
Por detrás de estos grandes emprendimientos mineros y petroleros se encuentra Brasil, que desde el gobierno de Lula le ha dado a Petrobras y Vale, las dos más importantes empresas multinacionales brasileñas ligadas a los negocios petroleros y mineros, una intervención continental.
Bancos de inversión como Merryl Lynch están detrás de operaciones como la adquisición de la refinería de Zinc peruana de Cajamarquilla por la empresa Votorantim -por mencionar un caso. De esta forma, el capitalismo brasileño controla un porcentaje importante de las principales fuentes de divisas de los países de la región: los hidrocarburos en Bolivia, la minería en Perú, la ganadería y los frigoríficos en Uruguay, la energía de Itaipú y la soja en Paraguay. Brasil es el principal impulsor de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), un vastísimo plan de infraestructuras distribuido en doce ejes o corredores que cruzan América Latina de sur a norte y de este a oeste, que incluye carreteras, rutas, hidrovías, ferrovías, autopistas, oleoductos y gasoductos, redes eléctricas, represas, usinas, puertos fluviales y marítimos y zonas francas, reconfigurando el territorio para exportar mercancías (principalmente brasileñas) a través de puertos del Pacífico.
La clase obrera
Donde gobierna la derecha, el reagrupamiento de fuerzas contra la depredación ambiental se ha dado principalmente bajo la dirección del llamado progresismo. En los países donde gobiernan los nacionalistas, las luchas ambientales han generado procesos de rupturas de diverso tipo con muchas de las organizaciones que fueron parte de estos gobiernos. La cooptación política a partir de los fondos proporcionados por las mineras es una constante en ambos casos, del mismo modo que la represión.
La intervención independiente de la clase obrera no sólo es necesaria para el triunfo de estas luchas, sino para abrir una perspectiva de desarrollo basado en las necesidades del pueblo trabajador.
Cristian Henkel