Continúa la movilización de becarios en defensa de la investigación pública
El estallido de la movilización de jóvenes investigadores luego de conocerse los resultados de la última convocatoria anual del Conicet, en diciembre pasado, ha puesto sobre el tapete un hecho sobre el que veníamos alertando: la política científica del kirchnerismo ha fracasado.
En 2004, cuando recién comenzaba su primer mandato, el kirchnerismo había fijado como objetivo que el presupuesto de Ciencia y Técnica fuese el 1,5% del PBI, pero el mismo nunca superó el 0,5% (la mitad que Brasil por ejemplo) y, más adelante, creó un Ministerio especial, a cargo de Lino Barañao. Inflación y devaluación mediante, el aumento colosal del que se vanagloriaban, no era tal.
A caballo de esta "inflación" presupuestaria y el trabajo en negro, se ampliaron las vacantes de becas e ingresos a carrera del Conicet, que estaban virtualmente congelados. El incremento sustancial se dio en las becas doctorales y, en menor medida, en las post doc. El aumento de la planta permanente de Conicet fue infinitamente menor, incluso tendiendo a la desaparición de la carrera de personal de apoyo. Así, los puestos de trabajo que se crearon se dieron sobre la base de la precarización laboral: sin licencia por maternidad, aportes jubilatorios, obra social o asignaciones familiares.
Mientras tanto, la estructuración bancomundialista y mercantilista del sistema científico de los 90 siguió intacto: la Agencia de Promoción Científica (creada por Menem), la concentración de poder y las arbitrariedades del directorio de Conicet (sin participación de becarios o personal de apoyo) y fundamentalmente la orientación del sistema científico hacia la "estructura productiva", es decir, a aumentar las ganancias empresariales. Éste es el proyecto científico que personifica el ministro Barañao y que explica el cambio de política en el Inti, para "dejar de poner el énfasis en la economía social" y volcarse a trabajar "codo a codo con las empresas", el avance del financiamiento privado y multinacional a través de los subsidios y el privilegio de ciertas líneas de investigación en detrimento de otras menos "rentables".
Este esquema es el que entró en crisis recientemente. En primer lugar, porque es incapaz de absorber los propios doctores que generó. Sin un aumento en el presupuesto de CyT, los científicos que egresan de las becas doc y post doc no pueden ingresar a la carrera de investigador. Por otro lado, el dogma de Barañao de que como el Conicet no puede absorberlos, debían pasar a las Universidades del Conurbano o a las empresas privadas ha sido admitido como un fracaso por las propias autoridades. Las Universidades Nacionales del Conurbano no tienen interés en tomar personal calificado cuando cuentan con miles de docentes de Ad honorem y y contratados en su propia planta y el programa "Inserción Laboral de Doctores", impulsado por Barañao en el Conicet, cuenta con cuatro ofertas laborales vigentes y ha colocado menos de diez profesionales desde su inicio en 2011. Así, mientras el gobierno se jacta de los científicos repatriados, que fueron 876 en nueve años, o mientras Barañao habla de abrirles la puerta a los científicos españoles (El país, 19/2), sólo en 2011 fueron 1.630 los doctores que fueron expulsados de la investigación pública.
En segundo lugar, porque en consonancia con la crisis económica mundial y con el ajuste que ya está aplicando el gobierno a través de los aumentos de tarifas y los techos salariales, se está preparando una reducción del presupuesto para CyT. Esto es lo que se deduce de las declaraciones de funcionarios que hablan de "el fin de una época" e implica que no sólo no va a haber una solución para los jóvenes investigadores ya expulsados, sino que sus filas van a ser engrosadas por nuevos despidos. Lo mismo ocurrirá con los estudiantes graduados que no puedan acceder a las becas tipo I de iniciación de doctorado, futuro recorte que los funcionarios ya admiten en las reuniones con los delegados.
El fracaso de la política kirchnerista pone de manifiesto las limitaciones del gobierno actual de "reconstrucción de la burguesía nacional" y la imposibilidad para generar un modelo científico que sirva al desarrollo popular. Decir que el Estado no puede absorber ni necesita más científicos es obviar la amplia variedad de temáticas sociales y técnicas sin resolver. Enfermedades endémicas, precarización de la vivienda, provisión de agua, desarrollo de emprendimientos productivos comunitarios, producción pública de medicamentos, entre otras. El gobierno no puede abordar estas temáticas desde una perspectiva pública y al servicio de las mayorías porque chocaría con los intereses que representa y los negociados que comparte con los monopolios farmacéuticos, agrícolas e industriales.
En el marco del sistema político social actual, la ciencia se ve reducida a una tecnocracia supeditada al capital, un mero método más para maximizar la tasa de ganancia de los grupos económicos concentrados. La única forma de construir un desarrollo científico independiente y crítico, que aborde las problemáticas de los sectores populares, es cambiando las bases sociales sobre las que nos organizamos.
Lucía Maffey