1 de marzo de 2012

Una crisis que el "ajuste fino" no logra disimular

Columna de opinión publicada en "Clarín" del 23/2/12

Argentina atraviesa una crisis sistémica, que se pretende disimular con "sintonía fina" o incluso ajuste. Es lo que explica la agudización de los conflictos sociales y la crisis política al interior del elenco gobernante.

Durante casi una década, los beneficios empresariales fueron incentivados por el desplome del valor de la fuerza de trabajo, generado en 2002, y una suba histórica de los precios de las materias primas de exportación. Los subsidios a los servicios y el transporte, que mantuvieron a flote las privatizaciones de los '90, operaron como una transferencia de ingresos del contribuyente al capital, al reducir el valor relativo de la canasta familiar.

El ‘modelo', parido por esta confiscación y por precios internacionales excepcionales, se encuentra definitivamente en un impasse. En 2008, uno de los picos de la crisis mundial, ocasionó el conflicto con "el campo"; luego, la confiscación continua de los fondos y reservas del Banco Central y, en especial, de la Anses, por la imposibilidad de pagar la deuda externa con superávit fiscal. Ahora, el gobierno declara su incapacidad para proseguir con los subsidios, que se acercan a la friolera de los 100.000 millones de pesos, y apela a un dirigismo precario. Necesita juntar 15.000 millones de dólares para pagar los servicios de la deuda de 2012. Encima, "descubre" ahora una enorme descapitalización en el área de los combustibles que promovió desde 2003 en adelante a través de Repsol y el grupo K Petersen (Eskenazi).

La falta de inversiones en energía es terminal. La producción y el empleo están en franca desaceleración y el trabajo en negro se mantiene en el 35%.

Los salarios han sufrido una dispersión enorme; cerca del 80% de los trabajadores recibe el equivalente a la mitad de la canasta familiar valuada en 6.000 pesos. El 75% de los jubilados cobra la mínima y la jubilación media no llega al 40% del sueldo medio.

Los empresarios, sin embargo, se quejan del "costo laboral", por el fin del ciclo de "salario barato" y, por eso, en vísperas de tarifazos, plantean un "techo" en las paritarias, o la devaluación.

El "ajuste" que ha vuelto anunciar Brasil demuestra que Argentina "no está sola". El colapso de la economía mundial que asomó en el último trimestre de 2011, sólo pudo ser postergado por una seguidilla de inyecciones de fondos de los principales bancos centrales y en especial del Banco Central Europeo, por un billón y medio de euros.

Para recomponer la tasa de beneficio y reanudar la acumulación de capital en sectores estratégicos, los apologistas del capital reclaman un "rodrigazo".

En oposición a un nuevo ciclo de confiscación social directa, la vía de salida debería ser la reapropiación pública de los sectores estratégicos, la banca y el comercio exterior para desarrollar un plan democrático que reconstruya el tejido económico en función de los intereses de la mayoría. Esto requiere también un cambio radical en el carácter del poder político y de la organización del Estado.

En lo inmediato, es necesario un salario básico inicial de 6.000 pesos, la jubilación del 82% móvil, y eliminar el impuesto de Ganancias sobre el salario y el techo salarial sobre las asignaciones familiares.

Por Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero y ex candidato a presidente por el Frente de Izquierda