Venían de una nueva huelga masiva de 48 horas, el cual paralizó las escuelas de la provincia.
A la misma hora, 9.000 docentes y auxiliares neuquinos marchaban hacia los puentes que unen a esa ciudad con Cipolletti.
Fue una respuesta ejemplar a la política de Sapag, empeñado en quebrar la huelga.
No son sólo ellos: los docentes de Mendoza, de Santa Fe, de Chaco y de Misiones, entre otras provincias, también han salido a la lucha.
Las asambleas de Suteba han rechazado el 22 por ciento que les ofrecería Scioli.
¡Pero esa es la ‘pauta’ de aumento que el gobierno kirchnerista ha fijado por decreto!
Mal que les pese a los Yasky y los Baradel, la huelga de Buenos Aires ha puesto en la picota al gobierno nacional.
Los Scioli, Capitanich y otros son sólo los ejecutores de un ajuste que baja ‘desde arriba’.
Lo mismo vale en Santa Fe para el ‘socialista’ Bonfatti, que enfrenta a los maestros de Amsafe.
La huelga docente es un golpe para todas las burocracias sindicales, oficialistas u opositoras, que han renunciado a una lucha en serio y de conjunto por el salario.
Ello vale también para Moyano y Micheli, quienes apoyan a dos enemigos de los docentes: el primero, a Scioli; a Binner, el segundo.
El reclamo de los maestros desenmascara al ‘modelo’ oficial, el cual quiere perdurar sobre la base de la desvalorización del salario.
Volquemos todo el apoyo para la victoria de las luchas docentes.
Por una huelga general de la docencia, hasta alcanzar los reclamos.
Pongamos a los sindicatos en estado de asamblea, para seguir el camino de los maestros.