Por Cintia Frencia (Integrante del Frente de Izquierda y de los Trabajadores y dirigente de la UJS-Partido Obrero)
La Asamblea Universitaria que elegirá al próximo rector de la Universidad Nacional de Córdoba desató una fuerte lucha entre diferentes fracciones, las que no sólo disputan el manejo de la caja universitaria sino también el control de los Servicios de Radio y Televisión (SRT) en un año electoral.
Pero, ¿somos los estudiantes y trabajadores universitarios los protagonistas del debate que colocará al próximo rector? ¿Acaso se han presentado propuestas por parte de los candidatos? La comunidad universitaria está al margen. La disputa se da a puertas cerradas, y se limita a una rosca entre camarillas.
Tras seis años de gobierno, el autoproclamado progresismo universitario no avanzó un milímetro en un mínimo proceso de democratización que haga partícipes a docentes, estudiantes y no docentes del destino de la Universidad. (Anótese como balance de la gestión de Carolina Scotto.)
Los grandes ausentes seguimos siendo quienes padecemos a diario las consecuencias de las pésimas condiciones de cursado, salarios de miseria (Scotto es despedida con un fuerte paro de los preuniversitarios), desvalorización de nuestro título, flexibilización y tercerización laboral, trabajo gratuito, etcétera. (Esto también anótese como balance.)
Sin embargo, estas prácticas heredadas del viejo rectorado menemista no son caprichosas: responden a la necesidad de llevar adelante una política de ajuste y privatización que no podría avanzar si no es de la mano de un gobierno concentrado en dos o tres camarillas que digiten los negociados en la Universidad.
Es así como durante seis años el “progresismo” filo-K cogobernó con la “derecha” radical, haciendo avanzar los convenios con las empresas a costa de los planes de estudios y la currícula de las carreras, recortando los salarios docentes y descargando un ajuste en el presupuesto universitario.
Hoy, esta alianza gobernante se ha roto y pretenden presentarnos una falsa polarización en la próxima Asamblea Universitaria, por medio de dos candidatos: por un lado, el scottista Francisco Tamarit; por el otro, el radical Alfredo Blanco.
¿Qué hay detrás de esta ruptura? La ruptura de Cambio Universitario (la alianza gobernante) no se da por diferencias programáticas, pues han gobernado en conjunto durante años, haciendo avanzar como nunca la orientación privatista fijada por la ley menemista de educación. Dicha ruptura está sin duda atravesada por la crisis política nacional y la disputa de oficialistas y opositores por quedarse no sólo con la segunda caja más importante de la ciudad sino también con el control de los SRT en un año marcado por las elecciones nacionales. Advertimos que, mediante esta polarización falsa, el seudoprogresismo K intentará cooptar votos con el argumento de “el mal menor”, que puede terminar siendo el peor de los males; con ese argumento, durante seis años el kirchnerismo justificó su alianza con los radicales. La inmensa mayoría de la comunidad universitaria, hoy excluida del debate, necesita una voz en la asamblea, que coloque a discusión los profundos problemas por los que atraviesa nuestra Universidad.
Desde la UJS-Partido Obrero venimos desenvolviendo una fuerte campaña de cara a la Asamblea Universitaria, mediante plenarios, asambleas y reuniones, que hagan parte a los estudiantes, docentes y no docentes, para colocar una voz independiente.
Queda planteada la tarea de profundizar este camino durante la última semana, para fortalecer una perspectiva independiente que enfrente las políticas privatistas y de ajuste a la educación.
Publicado en La Voz del Interior: http://www.lavoz.com.ar/opinion/mas-cerrada-que-conclave-vaticano
Pero, ¿somos los estudiantes y trabajadores universitarios los protagonistas del debate que colocará al próximo rector? ¿Acaso se han presentado propuestas por parte de los candidatos? La comunidad universitaria está al margen. La disputa se da a puertas cerradas, y se limita a una rosca entre camarillas.
Tras seis años de gobierno, el autoproclamado progresismo universitario no avanzó un milímetro en un mínimo proceso de democratización que haga partícipes a docentes, estudiantes y no docentes del destino de la Universidad. (Anótese como balance de la gestión de Carolina Scotto.)
Los grandes ausentes seguimos siendo quienes padecemos a diario las consecuencias de las pésimas condiciones de cursado, salarios de miseria (Scotto es despedida con un fuerte paro de los preuniversitarios), desvalorización de nuestro título, flexibilización y tercerización laboral, trabajo gratuito, etcétera. (Esto también anótese como balance.)
Sin embargo, estas prácticas heredadas del viejo rectorado menemista no son caprichosas: responden a la necesidad de llevar adelante una política de ajuste y privatización que no podría avanzar si no es de la mano de un gobierno concentrado en dos o tres camarillas que digiten los negociados en la Universidad.
Es así como durante seis años el “progresismo” filo-K cogobernó con la “derecha” radical, haciendo avanzar los convenios con las empresas a costa de los planes de estudios y la currícula de las carreras, recortando los salarios docentes y descargando un ajuste en el presupuesto universitario.
Hoy, esta alianza gobernante se ha roto y pretenden presentarnos una falsa polarización en la próxima Asamblea Universitaria, por medio de dos candidatos: por un lado, el scottista Francisco Tamarit; por el otro, el radical Alfredo Blanco.
¿Qué hay detrás de esta ruptura? La ruptura de Cambio Universitario (la alianza gobernante) no se da por diferencias programáticas, pues han gobernado en conjunto durante años, haciendo avanzar como nunca la orientación privatista fijada por la ley menemista de educación. Dicha ruptura está sin duda atravesada por la crisis política nacional y la disputa de oficialistas y opositores por quedarse no sólo con la segunda caja más importante de la ciudad sino también con el control de los SRT en un año marcado por las elecciones nacionales. Advertimos que, mediante esta polarización falsa, el seudoprogresismo K intentará cooptar votos con el argumento de “el mal menor”, que puede terminar siendo el peor de los males; con ese argumento, durante seis años el kirchnerismo justificó su alianza con los radicales. La inmensa mayoría de la comunidad universitaria, hoy excluida del debate, necesita una voz en la asamblea, que coloque a discusión los profundos problemas por los que atraviesa nuestra Universidad.
Desde la UJS-Partido Obrero venimos desenvolviendo una fuerte campaña de cara a la Asamblea Universitaria, mediante plenarios, asambleas y reuniones, que hagan parte a los estudiantes, docentes y no docentes, para colocar una voz independiente.
Queda planteada la tarea de profundizar este camino durante la última semana, para fortalecer una perspectiva independiente que enfrente las políticas privatistas y de ajuste a la educación.
Publicado en La Voz del Interior: http://www.lavoz.com.ar/opinion/mas-cerrada-que-conclave-vaticano