La persistencia en denunciar la complicidad de Bergoglio en la desaparición de los sacerdotes jesuitas Osvaldo Yorio y Francisco Jalics en 1978, le ha valido a Horacio Verbitsky una andanada de fuego tanto amigo como enemigo. Lo desmintieron Alicia Oliveira, Pérez Ezquivel y el pianista Miguel Ángel Estrella, y lo atacaron con munición pesada representantes de la corporación clerical y de los medios. Desde las páginas de Clarín, Jorge Lanata se despachó con acusaciones sobre el papel de Verbitsky en las dictaduras de Onganía y de Videla. En el primer caso, como destacado redactor de la revista golpista Confirmado. En el segundo, por la colaboración en un libro del comodoro Juan José Güiraldes, integrante del lobby militar de la época y redactor de los discursos políticos del jefe de la fuerza aérea, que fue editado por el Círculo Aeronáutico. Lanata y Verbitsky convivieron, durante una década, en el staff jerárquico de Página/12. Verbitsky reconoce haber colaborado con Güiraldes, “en un libro técnico sobre aviación comercial”, y relata, en otro contexto, cómo se paseaba por Buenos Aires, sin ser incomodado, durante el Mundial del 78 (no necesitaba seudónimo). Lanata dice que Verbitsky abandonó Montoneros en 1977, cuando era su segundo jefe de inteligencia, y que permaneció en el país con su nombre y documento real.
Verbitsky se ha quedado solo, especialmente en el campo K, después de que CFK partió en peregrinación a Roma. El “Chino” Navarro, Pérsico, Moreno, Feinmann -la ‘flor y nata’ del cristinismo- se sumaron a la euforia ‘destituyente’ por la elevación de Bergoglio al papado. Hasta Página/12 ha publicado una desmentida oficiosa contra Verbitsky por medio de una columna de opinión del periodista Santiago O’Donnell. El aislamiento de Verbitsky en su propia redacción recuerda al que sufriera hace siete años el gran periodista Julio Nudler, por parte del propio Verbitsky, cuando Nudler denunció los manejos del entonces jefe de gabinete Alberto Fernández, bajo el gobierno de Menem, en la Superintendencia de Seguros. Según los K, Fernández ha sido siempre un hombre de la Corpo.
La polémica, por estos días, ha reflotado varias otras cosas. Por ejemplo, que Verbitsky está ligado a la Fundación Ford y que el CELS, que lo tiene por dirigente, está patrocinado por una entidad de la CIA Endowment for Democracy, que presidió durante mucho tiempo el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso. La entidad norteamericana encabeza una campaña contra el ‘cepo mediático’ que atribuye al chavismo.
La nominación de Bergoglio se ha convertido en el accidente histórico que ha dejado al desnudo la inconsistencia del kirchnerismo, otro accidente de la historia. Pero no zanja la veracidad de la denuncia de Verbitsky. Luis Zamora, con un pasado opuesto por completo al de Verbitsky, ha expuesto en forma minuciosa la responsabilidad que habría tenido Bergoglio en aquellos secuestros -más allá del respaldo de la Iglesia en su conjunto a la dictadura. Ninguno de los impugnadores de la trayectoria de Verbitsky exige una investigación de lo ocurrido con los dos curas jesuitas, lo que demuestra que sus ataques al escriba del oficialismo son funcionales a un encubrimiento de los hechos.
Exigimos una investigación independiente del secuestro de Yorio y Jalics, así como la apertura de los archivos secretos del Estado, las fuerzas armadas (valga la redundancia), la Iglesia y el propio Vaticano. La curia vaticana ha jugado un rol decisivo en la política argentina, por lo menos desde el armado del retorno de Perón y la promoción del genocida Massera.
Marcelo Ramal
Verbitsky se ha quedado solo, especialmente en el campo K, después de que CFK partió en peregrinación a Roma. El “Chino” Navarro, Pérsico, Moreno, Feinmann -la ‘flor y nata’ del cristinismo- se sumaron a la euforia ‘destituyente’ por la elevación de Bergoglio al papado. Hasta Página/12 ha publicado una desmentida oficiosa contra Verbitsky por medio de una columna de opinión del periodista Santiago O’Donnell. El aislamiento de Verbitsky en su propia redacción recuerda al que sufriera hace siete años el gran periodista Julio Nudler, por parte del propio Verbitsky, cuando Nudler denunció los manejos del entonces jefe de gabinete Alberto Fernández, bajo el gobierno de Menem, en la Superintendencia de Seguros. Según los K, Fernández ha sido siempre un hombre de la Corpo.
La polémica, por estos días, ha reflotado varias otras cosas. Por ejemplo, que Verbitsky está ligado a la Fundación Ford y que el CELS, que lo tiene por dirigente, está patrocinado por una entidad de la CIA Endowment for Democracy, que presidió durante mucho tiempo el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso. La entidad norteamericana encabeza una campaña contra el ‘cepo mediático’ que atribuye al chavismo.
La nominación de Bergoglio se ha convertido en el accidente histórico que ha dejado al desnudo la inconsistencia del kirchnerismo, otro accidente de la historia. Pero no zanja la veracidad de la denuncia de Verbitsky. Luis Zamora, con un pasado opuesto por completo al de Verbitsky, ha expuesto en forma minuciosa la responsabilidad que habría tenido Bergoglio en aquellos secuestros -más allá del respaldo de la Iglesia en su conjunto a la dictadura. Ninguno de los impugnadores de la trayectoria de Verbitsky exige una investigación de lo ocurrido con los dos curas jesuitas, lo que demuestra que sus ataques al escriba del oficialismo son funcionales a un encubrimiento de los hechos.
Exigimos una investigación independiente del secuestro de Yorio y Jalics, así como la apertura de los archivos secretos del Estado, las fuerzas armadas (valga la redundancia), la Iglesia y el propio Vaticano. La curia vaticana ha jugado un rol decisivo en la política argentina, por lo menos desde el armado del retorno de Perón y la promoción del genocida Massera.
Marcelo Ramal