“La ajustada victoria de Maduro equivale a una derrota política de las camarillas que pretenden sustituir el régimen de poder personal de Chávez. En pocas semanas, dilapidó una ventaja de más de diez puntos, así como la conmoción popular causada por la muerte de Chávez. Hicieron una campaña política sin planteos de envergadura frente al derrumbe de la economía; al revés, iniciaron un ronda indefinida de devaluaciones y fuga de capitales. Su oponente, en cambio, exhibió un caudillismo desconocido, un Chávez de oposición, con una demagogia popular de derecha, que se apropió de parte del programa chavista: el mantenimiento de las misiones, aumento de salarios y apoyo al llamado ´proceso de paz´ en Colombia. Maduro le contrapuso un pajarito y una mediación con el más allá. La camarilla post chavista logró convertir a una oposición sin destino en alternativa política. En medio de la devaluación del bolívar y de la desorganización económica, los herederos de Chávez le entregaron más de 700.000 votantes a la derecha. Mientras Maduro exhibía un pajarito de médium, Capriles hacía demagogia contra las medidas de ajuste oficial.
Cristina Kirchner se ha apresurado en felicitar a Maduro, y a disimular el desastre. Ante la derrota politica de su aliado, pone las barbas en remojo, de cara a la desorganización económica, los impuestazos y tarifazos en marcha.
Para que el derrumbe de los K no vaya a beneficiar a los Capriles argentinos, es necesario profundizar el desarrollo de una alternativa de izquierda”.
Jorge Altamira