El gobierno plantea la extensión de los convenios por 18 meses, hasta junio del año que viene. Está dispuesto -como con los docentes universitarios- a firmar por 16 meses, pero siempre que los convenios se extiendan hasta junio del otro año. Con el nefasto sistema de cuotas -que aceptó toda la burocracia sindical en estos años, en este gremio se dibujan porcentajes de hasta un 30 por ciento, cuando el aumento anual promediado no supera los 20 puntos y deja un 7 por ciento acumulativo para el primer semestre de 2014.
Con este esquema (que ya están aceptando las burocracias oficialistas de Conadu en las universidades, y cuya aceptación adelantó Cavalieri en comercio y hasta Caló en la UOM), el año 2013 es a la baja y el primer semestre del 2014, peor. Para hacer pasar estos acuerdos, el gobierno ofrece la carnada del congelamiento. Pero este tipo de medidas han tenido algún efecto en los primeros meses, para luego, invariablemente, fracasar al año o más.
La otra cuestión de los “18 meses” se relaciona con el calendario electoral. El gobierno quiere blindarse con una “paz social” para cuando pasen las elecciones y así poder aplicar, durante la primera mitad de 2014, la “sintonía gruesa” de un ajustazo. Mientras tanto, la discusión paritaria quedaría postergada para julio de ese año.
La burocracia ha pasado a mejor vida todo reclamo de convenio en punto a la incorporación de tercerizados a planta, antigüedad, categorías e incluso el blanqueo de sumas. Mientras tanto, la patronal mantiene todos sus reclamos de “productividad” y “competitividad” (léase desvalorización del salario), además de acompañar el planteo de paritarias a la baja como parte inevitable de un reordenamiento económico de mayor alcance contra los trabajadores.
En oposición a esta situación, se desarrollan las grandes huelgas docentes, en particular en la provincia de Buenos Aires, pero también en Neuquén, Chaco y otras provincias. Notablemente, las huelgas no están pasando por las burocracias opositoras, las que “construyen” su paro nacional al margen de estas luchas decisivas. No mueve ese amperímetro la propuesta de Moyano y Micheli de un paro nacional estatal, que no se propone quebrar la política oficial y, menos aún, la de Scioli, que soporta el gran conflicto estatal y a quien Moyano caracterizó de víctima en su discurso del 14 de marzo frente al Ministerio de Trabajo. En la provincia de Buenos Aires, los sindicatos estatales K de la CGT firmaron las migajas del gobernador. Por lo tanto, la huelga docente no es una intriga de palacio, sino un gran movimiento que tiene cercado al kirchnerista Baradel por parte de los otros gremios docentes y de la oposición que actúa, con fuerza, adentro del Suteba.
A pesar de la bronca de la base, la burocracia mantiene el control de la situación y no hay, por ahora, una tendencia huelguística. Más que el congelamiento de precios, que nadie se cree, puede estar jugando entre los trabajadores el peso de la enorme desorganización económica.
Pero, más allá de los docentes, en otros gremios se cuecen habas. La burocracia metalúrgica tiene algunos problemas para hacer pasar el sapo: el verdadero básico del gremio es de 3.900 pesos más un adicional en negro de 1.100 pesos. Los delegados de la seccional Capital se hicieron sentir con fuerza en su reclamo de un verdadero aumento del básico. En la UTA, Fernández acordó todo, pero no firmó porque pretende alguna cláusula de reaseguro frente a futuros desfasajes. Todo terminó en una conciliación obligatoria.
En este marco, además de las huelgas docentes, resaltan las iniciativas de la izquierda del movimiento sindical. Las asociaciones combativas que ganaron en las urnas la elección de Conadu Histórica discuten el rechazo al plan del gobierno, los gráficos -encabezados por la Lista Naranja- hicieron una movilización histórica de 350 compañeros, pertenecientes a una docena de fábricas al sindicato para reclamar el 35 por ciento sin cuotas por un año. En la UTA, la Línea 60 adhirió al reclamo de 35 por ciento de Ecotrans y ambas empresas se movilizarán el 16 de abril, al término de la conciliación obligatoria por estos reclamos.
Estas iniciativas, que pueden multiplicarse, unidas a una gran agitación sindical y política denunciando el pacto social no escrito y en marcha, impulsando asambleas fabriles por el 35 por ciento y sin cuotas, por un mínimo de 8.000 pesos, por acotar los convenios a un año, por cláusulas de revisión frente a la inflación son fundamentales. Al mismo tiempo, el reclamo de un inmediato paro activo nacional y un plan de lucha de todas las centrales. Primero, para desenvolver un movimiento de cara a la gran masa de paritarias no cerradas; segundo, preparando al movimiento obrero para el futuro que planteará batallas decisivas de conjunto. Esta tarea es el mejor aporte para quebrar el aislamiento de las huelgas docentes y llevarlas a la victoria.
Néstor Pitrola