Luego de que el dólar se disparara a más de diez pesos, el gobierno salió a proponer un menú de títulos y certificados en dólares, para los que quieran blanquear divisas no declaradas y de dudoso origen. De la pesificación, volvemos a la dolarización; del desendeudamiento, que no fue tal, a un nuevo endeudamiento en dólares. El blanqueo beneficia a evasores y narcotraficantes, lo que convierte a Argentina en paraíso fiscal y lavadero de dinero malhabido. Asistimos a un reforzamiento político de la burguesía vinculada con los negocios sucios -desde la efedrina a los casinos.
En el anuncio del blanqueo, el gobierno aseguró que quedarían excluidos los imputados o procesados por lavado de dinero, como el caso reciente de Báez-K. Pero las empresas de esos imputados -o sus testaferros- bien podrían acceder a los beneficios del blanqueo.
Es altamente improbable, sin embargo, que éstos y otros evasores decidan entregar sus dólares a un Banco Central con patrimonio negativo y sin reservas suficientes para enfrentar la actual corrida cambiaria. Los anuncios, en definitiva, podrían tener el mismo destino que la Supercard o el congelamiento fallido, y marcar otro episodio en la desintegración del programa oficial.
La emisión de títulos para financiar a YPF o para comprar inmuebles significa, de todos modos, que se oficializan dos mercados de cambios. También introduce un sistema bimonetario, esto porque al lado del peso circulará un certificado inmobiliario, con convertibilidad inmediata al dólar. Los K aplican en forma parcial la receta de Alemania frente a la hiper de los años 20. De la 'soberanía monetaria' retornamos al colonialismo.
El desdoblamiento cambiario -que, al lado del oficial, rige para el mercado de capitales y, ahora, oficializan para el inmobiliario— convalida la fenomenal devaluación del peso de los últimos meses. No fue necesario que CFK se fuera, como prometió, para que ello ocurriera. Podría contener la disparada del dólar, si ingresan los dólares ilegales y los pesos en negro no van a la compra de dólares para entrar en el blanqueo, pero establece un premio para los devaluadores, aunque esta contención sea por poco tiempo. El reconocimiento de la devaluación del mercado financiero impulsará la suba de precios corrientes y afectará al comercio exterior.
Una 'salida monetaria' al desbarajuste de la política K, como sería una devaluación completa del peso o subas confiscatorias de la tasa de interés, significará que el derrumbe lo pagarán los trabajadores con mayor inflación y despidos. Entrarán también ganancias especulativas fabulosas para los capitalistas, que han continuado, en la época K, sin pagar impuestos a estas rentas financieras. La salida positiva solamente puede ser social y política, y debe tener como sujeto (ejecutor) a la clase obrera. Planteamos:
1. Impuesto del ciento por ciento a la ganancia especulativa en el mercado de capitales.
2. Nacionalización de la banca y el comercio exterior, cuyos operadores son responsables de la especulación contra el peso -bajo control de los trabajadores. Cese del pago de la deuda externa.
3. Indexación mensual de salarios y jubilaciones, derogación del impuesto al salario, salario mínimo igual a la canasta familiar y 82 por ciento móvil para los jubilados; paritarias libres.
4. Por un gobierno de la izquierda y los trabajadores.
Jorge Altamira