El kirchnerismo se apresta a celebrar sus diez años en el poder.
Pretenderá un festejo que sume por igual a patrones y banqueros, a jóvenes y trabajadores.
Pero el balance es muy diferente para unos y otros.
Los especuladores mantienen sobre el país la carga de la deuda usuraria, tan grande hoy como en los noventa.
Los privatizadores sostienen sus concesiones parasitarias, como en los años menemistas.
Dejaron al país sin petróleo ni trenes. Pero no han soltado sus colmillos del presupuesto público.
Del otro lado, ¿cuáles son las cuentas de la clase obrera?
La pobreza abarca al 27% de las familias.
Casi tres millones están desocupados o subocupados.
Uno de cada tres está precarizado, tercerizado o en negro.
La penuria por la falta de vivienda no ha cesado de aumentar.
Mientras tanto, avanza el acaparamiento capitalista del suelo.
En la semana de festejos, la Presidenta levantó la bandera de los derechos humanos.
Pero es la década de Jorge Julio López y de los 4.000 procesados; del Proyecto X y Luciano Arruga; de las patotas y del asesinato de Mariano Ferreyra.
La Presidenta también celebró la década con un aumento de la asistencia social a trabajadores y desocupados.
Lo pagan confiscando a otros trabajadores, con el recorte de las asignaciones y el impuesto al salario.
“Dime de qué te jactas y te diré de qué adoleces”. Con festejos quieren disimular el agotamiento de una organización social y de su andamiaje político.
Pero la “década” ha sido también el escenario de una lucha tenaz por la independencia política de los explotados, contra la cooptación estatal.
Esa lucha sentó pilares sólidos en los sindicatos, federaciones estudiantiles y barrios.
Apoyémonos en esta lucha para imprimirle a esta nueva crisis nacional una salida obrera y socialista.