26 de septiembre de 2013

El ‘pecado’ de la pedofilia es un delito penal














“La Conferencia Episcopal Argentina encomienda la realización de un dictamen al profesor Sancinetti, consistente en un estudio del procedimiento en el que fue perseguido penalmente, enjuiciado y condenado respecto de dos hechos de abuso sexual (referidos a un denunciante) y absuelto por muchos otros (referidos a otros dos denunciantes) el reverendo padre Julio César Grassi”.

Esta frase fue escrita en 2010, se encuentra en la contratapa de uno de los tomos del libro “Estudios sobre el caso Grassi” y corre por cuenta de un organismo que por entonces presidía Bergoglio, actual Papa.

El ‘caso Grassi’, y otros similares de menor repercusión, estuvo presente en los seis años en que Bergolgio fue presidente de la Conferencia Episcopal.

Sobre el libro encargado por Bergoglio para defender a Grassi y hacer lobby frente a la Suprema Corte bonaerense, el abogado querellante Juan Pablo Gallego señaló: “Lo más grave es que, sin base jurídica alguna, se expone una negación rotunda de la existencia misma del abuso sexual infantil y hasta se llega a decir que los que alientan condenas judiciales por abuso sexual buscan para sí mismos la imagen de que ellos no son abusadores sexuales” (Página/12, 12/11).

En el año 2009, luego de la primera condena, Grassi sostuvo que Bergolgio era su confesor.

El libro del abogado Sancinetti no fue el primero que hacía por encargo. Antes escribió otras mil páginas para absolver a Alfredo Yabrán y a Gregorio Ríos como responsables del asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas. El libro fue encargado al jurista por la familia Yabrán, por un millón de pesos.

La gestión de Bergoglio a la cabeza del episcopado (2005-2011) estuvo atravesada por varios casos de denuncias de abusos contra niños por parte de autoridades de la Iglesia, acompañadas de amenazas de muerte y de otras denuncias como la de tráfico de niños -Basseotto en Santiago del Estero- o de participación directa en sesiones de torturas bajo la dictadura, como fue el caso de Von Wernich. También de otros abusadores, como Picciochi en el Colegio Marianista de Caballito. El caso de Napoleón Sasso se inscribe entre aquellos en los que la cúpula clerical, conociendo antes que la Justicia los abusos del cura, trasladó al pederasta para ser tratado como “un sacerdote en crisis”, lo que le permitió abusar de niñas en el nuevo destino. En 2007, fue condenado a 17 años de prisión y desde 2012 volvió a tener salidas. Los abogados de las víctimas incluso denuncian que Bergoglio se negó a recibirlas.

El arzobispo santafecino Storni murió en 2012 en una residencia de Córdoba, sentenciado por abuso y luego absuelto. El Estado continuó pagándole una pensión equivalente a la dieta de un diputado nacional. La etapa del episcopado de Bergoglio estuvo signada por la protección de varios curas violadores.

Para la Iglesia católica, la pederastía no es un delito penal sino un “pecado”.

Los niños abusados no piensan lo mismo. En todo el mundo, existen miles de denuncias contra quienes, desde un lugar de poder, se abusaron de ellos. El actual papa Bergoglio fue parte de la cúpula que, aquí y en el mundo, intentó preservar la institución clerical por sobre la integridad de millares de niños. Esa acusación no se lava con un nuevo relato y con cambio de autoridades vaticanas.

Vanina Biasi