El Indec de Guillermo Moreno nunca tuvo un llamado problema de metodología; simplemente mentía sobre los precios que relevaba. El propósito declarado de este fraude fue alterar la cotización de la deuda pública que se ajusta por inflación (CER), pero no en perjuicio de los acreedores internacionales sino de la Anses, que quedó con el 75% de los bonos en circulación con esa modalidad.
El nuevo índice de precios nace sin mayores precisiones, ni metodológicas ni fácticas, porque en primer lugar habría debido esclarecer en qué consistían los ‘defectos’ de los cálculos precedentes, desde 2008. No está desagregado, por ahora al menos, ni tiene un empalme con la serie anterior. Lo fundamental, sin embargo, es que responde al compromiso de que el FMI audite las cuentas nacionales y para que opere como supervisor de los acuerdos que el gobierno tiene previstos con el Club de París, Repsol y el Ciadi, cuya condición es verificar la capacidad de repago de la deuda externa de Argentina.
Si el nuevo índice expresa un abandono del fraude estadístico, hay que agregar que viene acompañado de algo peor: un fraude financiero. El gobierno está acumulando nueva deuda pública en el mercado futuro de divisas, en el cual el Banco Central asegura (en forma directa e indirecta) a los exportadores de granos, carne, minerales, automotores y acero un tipo de cambio subsidiado similar al de contado, cuando la tasa de interés oficial es del 27 por ciento. Esta deuda procura anclar los precios a un dólar subsidiado con la finalidad de presionar al movimiento obrero a firmar convenios que no corresponden a la inflación potencial real.
El nuevo índice de precios nace sin mayores precisiones, ni metodológicas ni fácticas, porque en primer lugar habría debido esclarecer en qué consistían los ‘defectos’ de los cálculos precedentes, desde 2008. No está desagregado, por ahora al menos, ni tiene un empalme con la serie anterior. Lo fundamental, sin embargo, es que responde al compromiso de que el FMI audite las cuentas nacionales y para que opere como supervisor de los acuerdos que el gobierno tiene previstos con el Club de París, Repsol y el Ciadi, cuya condición es verificar la capacidad de repago de la deuda externa de Argentina.
Si el nuevo índice expresa un abandono del fraude estadístico, hay que agregar que viene acompañado de algo peor: un fraude financiero. El gobierno está acumulando nueva deuda pública en el mercado futuro de divisas, en el cual el Banco Central asegura (en forma directa e indirecta) a los exportadores de granos, carne, minerales, automotores y acero un tipo de cambio subsidiado similar al de contado, cuando la tasa de interés oficial es del 27 por ciento. Esta deuda procura anclar los precios a un dólar subsidiado con la finalidad de presionar al movimiento obrero a firmar convenios que no corresponden a la inflación potencial real.