27 de septiembre de 2012

Carnicería entre las ‘corpos’ para controlar la información

Las dudas de si el cacerolazo postergaba la ofensiva sobre el grupo Clarín quedaron disipadas. La publicidad del gobierno realizó en Fútbol para Todos advierte que el próximo 7 de diciembre el gobierno intervendrá Clarín-Cablevisión y procederá a desmantelarlo.

De acuerdo con una nota de Página/12 se buscará presentar al grupo Clarín como el único infractor de la ley de medios. El grupo Vila-Manzano colaboraría con ese objetivo mediante el armado de un esquema de testaferros al cual transferirá sus activos ‘excedentes’, mientras el oficialismo procurará convencer a Telefónica para que venda su participación en Telefé a algún empresario amigo del poder (la ley de medios prohíbe que las empresas que prestan servicios públicos puedan a la vez ser propietarias de medios de comunicación). El listado de infractores es amplio y el tiempo escaso. Los K han denunciado que el propio Magnetto tendría armado un esquema similar para ‘desinvertirse’ con empresas armadas por el grupo Clarín.

El gobierno niega que quiera estatizar o expropiar medios de comunicación y esgrime que la “ley de medios” solamente pretende un nuevo reparto del negocio, sin mencionar que es para beneficiar a capitales amigos. Pero como el re-reparto no sigue un guión ‘pacífico’ ni ‘voluntario’, el gobierno deberá proceder a estatizaciones parciales o transitorias. Durante ese lapso deberá asegurar que los bienes del grupo no se desvaloricen y que los empresarios amigos finjan cumplir con la ley. La transición-estatización podría extenderse en el tiempo e influir descaradamente en las elecciones que decidirán el futuro de la re-re-reelección.

El grupo Clarín se presenta como una víctima del ataque a la “libertad de prensa”. “Sin TN -dice- sólo quedarán en pie ‘6,7,8’” y las cadenas nacionales de la Presidenta, todo a disposición de una perpetuación del poder por la vía releccionista”. La censura de los medios oficialistas al cacerolazo es presentada como una evidencia fulminante. Los twitteros de la Corpo ya están organizando una nuevo cacerolazo para el 8N (8 de noviembre), un mes antes del 7D y días después de las demostraciones que el oficialismo realizará en el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Sería una reproducción del escenario de Venezuela, cuando Chávez retiró la licencia a la emisora RCT Caracas Televisión.

Clarín ha logrado alinear en su defensa desde Macri hasta Pino Solanas, pasando por Moyano, Binner y De la Sota. A Solanas no lo afecta el hecho de que hubiera votado la ley de medios, por contribuir, según él, a la democratización de la comunicación. Todos estos estarán detrás del cacerolazo del 8N.

Oficialistas y centro derechistas parecen sumamente interesados en una polarización que asegure su protagonismo. Pero la polarización no puede fabricarse como un utensilio, debe ser la expresión de un proceso histórico. Los K, como sus adversarios, están profundamente divididos, y lo que es peor deben actuar en el marco de una crisis económica y una bancarrota capitalista. La pelea por el monopolio de los medios se entrecruza con luchas obreras por sus reivindicaciones, desde el repudio al impuesto al salario y la manipulación del salario familiar, o a las jubilaciones de miseria mientras la Anses financia el subsidio a los liquidadores del transporte y a los responsables del vaciamiento energético. Los K y la Corpo saben que están jugando con fuego, por eso están preparando al mismo tiempo un compromiso. Repudiamos a ambos campos capitalistas y defendemos contra ellos otra delimitación política: la lucha de clases de los trabajadores contra el gran capital y de la izquierda contra el gobierno, el Estado y los partidos capitalistas.

La ley ‘emancipadora’ de medios ha fracasado. Ninguna organización popular ha tenido acceso a ellos. Ninguna de las ‘corpos’ está dispuesta a renunciar a sus tajadas de mercado. El control que ejerce el oficialismo no ha elevado la calidad de la comunicación sino el tamaño de la desinformación y la censura.

Planteamos la propiedad pública de los medios, bajo control y gestión de los trabajadores, sectores de la cultura y la participación de todas las tendencias políticas. Para eso luchamos por un gobierno de trabajadores.

Gabriel Solano