El comunicado oficial de La Cámpora sobre los sucesos ocurridos en el pueblo de General San Martín, provincia de Jujuy, es un monumento a la hipocresía. Se escuda en un repudio de la represión, con el único objetivo de lanzar una serie de intrigas contra los sectores populares que protagonizaron la ocupación de tierras. Lo mismo que hacen la policía y el terrateniente Blaquier.
La Cámpora "condena la utilización de la violencia para resolver conflictos sociales, sean genuinos o fogoneados" (sic), o sea que traslada a las víctimas y a los reclamos populares la responsabilidad de la represión que dice repudiar. La contradicción del planteo supera los registros del cinismo. Si un ‘conflicto' es ‘fogoneado', el represor podría invocar la legítima defensa. Para La Cámpora, la ‘desestabilización' es provocada por la ocupación de las tierras de Ledesma, no por el acaparamiento de tierras por parte del pulpo, acicateada por las enormes ganancias que generan los subsidios oficiales a la producción de biocombustibles.
La Cámpora incurre en contradicciones insuperables, porque un conflicto social supone un antagonismo de clases ‘fogoneado', necesariamente, por sus protagonistas. Las organizaciones populares tienen la obligación de "fogonear", o sea, de organizar al pueblo en este conflicto para superar el ‘fogoneo' de las patronales, la policía y el Estado. La posición de La Cámpora es propia de un apéndice del Estado, por eso ha estado ausente en las movilizaciones de repudio a la masacre.
La Cámpora asegura que "no se puede gobernar ni protestar con armas en la mano", ignorando que el aparato armado del Estado existe precisamente para gobernar por medio de la represión. Si no es así, que prueben disolverla. Los ‘chicos' K se van cada vez más a la derecha con cada hecho represivo.
¿Qué había que haber hecho, según La Cámpora? El comunicado lo dice con todas las letras: seguir la misma política que se aplicó en el conflicto del Parque Indoamericano, cuando -dicen- "en un trabajo conjunto, el Ministerio de Desarrollo Social y el de Seguridad, trabajaron mancomunadamente para resolver la situación de precariedad en que vivían las familias que ocuparon esos terrenos". No hace falta ser "Funes el memorioso" para concluir que se trata de un verso grande como una casa. En el Parque Indoamericano la Policía Federal, que responde al gobierno nacional, y la Metropolitana, a Macri, reprimieron salvajemente produciendo muertos y heridos. Cuando la represión no arrojó los resultados buscados, las fuerzas represivas armaron una zona liberada para que los ocupantes fueran hostigados por grupos de vecinos movilizados por punteros de derecha. Finalmente, el gobierno nacional y el de la Ciudad amenazaron a las familias que ocupaban las tierras del parque con ser sancionados con la quita de cualquier plan social. El plan de viviendas prometido, que debía "resolver la situación de precariedad que vivían las familias que ocupaba esos terrenos", nunca pasó de los papeles. Ahora sabemos que el presupuesto de viviendas se invertía en aviones y barcos de la banda K de Shocklender. La política que adoptó el kirchnerismo en el Indoamericano fortaleció especialmente al macrismo, que se ganó el apoyo de los habitantes de las viviendas de la zona, temerosos de que la ocupación los afecte, e incluso de buena parte de las villas del sudoeste porteño. La derrota de Filmus en toda la zona sur hubiera debido llevar a un replanteo de esa política, pero por lo visto ocurre todo lo contrario.
La represión K en Jujuy se entrelazó con la ejercida por la guardia de Ledesma y Blaquier. La Cámpora hubiera debido proclamar su ‘asco' a la represión y a los Blaquier, y reclamar la expropiación del pulpo. Pero los ‘chicos K' sólo ‘fogonean' sus carreras políticas.
Gabriel Solano