Preparemos políticamente al movimiento obrero para defenderlas
El acercamiento del gobierno con la UIA no sólo se expresó en el salario mínimo, donde el dedo presidencial laudó en la propuesta patronal de máxima.
Esa decisión apuntaba también hacia las paritarias, en particular las del año que viene; pero también implica cerrar cualquier reclamo de reapertura ante el elevado ritmo inflacionario. Gremios como los judiciales bonaerenses recibieron sólo un 21% y un 4% más para la categoría más baja, tras 60 días de huelga.
El tema es arduamente discutido en la UIA. El vicepresidente y superexplotador gráfico Juan Carlos Sacco reclamó "comenzar a deflacionar salarios y precios", y agregó: "Yo creo que la Presidenta está muy decidida a influir en esto, nosotros estamos dispuestos a acompañarla porque consideramos que los salarios en la Argentina medidos en dólares son los más altos de Latinoamérica" (Ambito Financiero, 6/9) -sin decir, claro está, a cuánto asciende la carestía argentina, incluso medida en dólares. El mismo matutino indica que el gobierno maneja una pauta para las paritarias 2012 en torno del 18% para bajar las expectativas inflacionarias.
En todos estos años, el kirchnerismo se valió de Moyano para imponerle topes a las paritarias, hasta que la gran huelga de la alimentación cordobesa, en el otoño de 2010, averió seriamente ese método de contención. Este año, en los comienzos de la campaña electoral, CFK atacó personalmente las huelgas petrolera y docente de Santa Cruz ante un Moyano impotente, a quien las paritarias se le fueron a un promedio del 30% de aumento, bastante lejos de su 24% en cuotas.
Toda la cobardía y compromiso penal de la burocracia sindical se vio escenificada en el arrugue de la CGT y de Yasky, en el Consejo del Salario mínimo. No sólo por el mínimo aceptado, que no altera ningún convenio y atrasa el salario real ante una inflación del 30% en alimentos, sino también por el abandono de las demás reivindicaciones: derogación del impuesto al salario, eliminación de topes en el salario familiar y aumento de su importe, devolución de los 6 mil millones adeudados a las obras sociales.
Pero estos anticipos respecto del futuro tope de las paritarias tienen también por objeto fijar una pauta salarial a la baja en el presupuesto 2012, que entraría en días en el Congreso. Allí se prevé retomar la deuda con el Club de París, lo que achicará más las exhaustas finanzas públicas luego del pago de intereses y subsidios.
La embestida presidencial contra las ya regimentadas paritarias apunta a maniatar al movimiento obrero frente a otros factores -como los aumentos de tarifas, que ya se perfilan en los impuestos inmobiliarios y en los combustibles.
El 50 por ciento electoral de la Presidenta será usado contra el movimiento obrero, explotando la completa debilidad de la burocracia sindical. La CGT no arregla nada reuniéndose con candidatos presidenciales de oposición, y éstos no hacen más que mostrar su propio terror al movimiento obrero y la necesidad de todas las patas del régimen político de gobernar apoyados en los Moyano, los Cavalieri, los Venega, los Barrionuevo y también los Yasky.
Más que nunca tendrán vigencia los movimientos asamblearios fabriles y de gremio para quitar el control a la subordinada burocracia sindical pejotista. En la campaña electoral, tenemos que tirar del ovillo de ese gran planteo del Frente de Izquierda por un salario mínimo equivalente a la canasta familiar, preparando a la clase obrera para las futuras batallas.
Néstor Pitrola