Cuando falta poco más de una semana para la elección de intendente y concejales en la ciudad de Córdoba, la campaña ha puesto de manifiesto cómo radicales, pejotistas de todos los colores y juecistas van a profundizar lo que ha caracterizado a las gestiones municipales desde hace años: ser una oficina de negocios de un puñado de empresarios -a costa del presupuesto, de los vecinos y de los trabajadores municipales.
El sistema impositivo municipal ha venido favoreciendo a los grupos empresarios de la industria y del comercio. La tasa que grava comercio e industria se ha reducido un 25% en los últimos cuatro años, contra un incremento de casi el 100% en la que grava los inmuebles.
La ciudad de Córdoba ha sido convertida en un caos. La infraestructura de servicios se encuentra colapsada. Las cloacas no existen para la mitad de los vecinos, y allí donde las hay revientan por falta de capacidad, convirtiendo a la ciudad en un gigantesco foco infeccioso. El transporte público tiene uno de los boletos más caros del país y tomar un colectivo en los barrios es una odisea. A sólo unas cuadras del centro los barrios carecen de asfalto, desagües, alumbrado público y asfalto. Los centros primarios de salud carecen de personal profesional y de insumos.
Córdoba es la tierra de los enormes negocios de los especuladores inmobiliarios, que en los últimos años han manejado un negocio de 14 mil millones de dólares -sin tributar ni un peso. Mientras tanto, han montado 7,5 millones de metros cuadrados sobre la ya pobre infraestructura de la ciudad, siendo ellos los principales responsables de este colapso.
El Frente de Izquierda desenvuelve su campaña oponiendo a esta política un programa que representa las aspiraciones del conjunto de los vecinos de Córdoba. La ciudad necesita concejales de izquierda y ese es el nuevo desafío que hemos asumido.
Manuel D’Alessandro