La demagogia verbal de Moyano no es novedad; en mayo de 2000, la ‘cáscara vacía' con la que calificó en Huracán al PJ, ya había sido señalada por él mismo, incluso con más fuerza, como "un agotamiento del peronismo". Moyano, sin embargo, no denunció el tarifazo, que es el eje del ‘ajuste' del viejo-nuevo gobierno, ni los impuestazos de Scioli, Macri o Binner, quizá porque sus empresas de recolección de basura dependen de los ingresos de los distritos en que operan. No mencionó tampoco el ‘laudo' que rebaja en once puntos el aumento salarial que habían firmado Uatre y las patronales ruralistas. Con Cirielli en la tribuna, olvidó también la re-militarización de los controladores aéreos y la amenaza de intervenir al sindicato de técnicos aeronáuticos. Estos ‘silencios' avalan la política oficial para que "la crisis la paguen los trabajadores". Una versión de las últimas horas asegura que el gobierno estaría dispuesto a discutir todas las diferencias con Moyano, a cambio de un acuerdo para que las paritarias no pasen del 18% de aumento salarial. Es decir, repetir la bajada de línea que Moyano cocinó con CFK en las paritarias pasadas -aunque el ‘techo' fracasara luego en numerosos sindicatos. Pero al gobierno no lo conforma repetir lo ocurrido en 2011: ahora va por colocar a una figura de su palo en la conducción de la CGT. Moyano ha dejado trascender que estaría dispuesto a esto -siempre, insistimos, a cambio de preservar su aparato económico. Moyano se mira en el espejo de Clarín.
El secretario de la CGT no puso a la central en la ruta de un plan de lucha, sino que destinó su empeño en reagrupar fuerzas con Venegas, Barrionuevo o Palazzo, de la Bancaria, heredero de Zanola -cuya liberación saludó desde Huracán. Retiró a sus legisladores del voto al nuevo Régimen de Trabajo Agrario, para defender el monopolio de la caja de Venegas, aunque la nueva ley contenga disposiciones que mejoran las condiciones laborales de los trabajadores del campo. Sumó, aunque en parte, al "601" Gerardo Martínez.
Pablo Micheli, que tiene paralizada a su CTA, dejó de lado todo esto para pedirle a Moyano que convenga un ‘plan de acción' -probablemente en torno a la cuestión del mínimo no imponible de ganancias, que afecta a un número mayor de trabajadores. El gobierno ya ha declarado que pretende compensar este aumento con el ‘techo' paritario.
La crisis del gobierno con Moyano es la expresión deformada de una crisis que ha crecido con el movimiento obrero en su conjunto; el tarifazo ha llevado a CFK a blanquear su posición represiva frente al derecho de huelga, que incluye el procesamiento a cinco mil luchadores clasistas. Moyano extorsiona a los K con sacar los sindicatos a la calle, para que se retiren las acusaciones judiciales en curso y se asegure el control de la caja de las obras sociales para la burocracia. No se puede soslayar que acaban de ser procesados seis dirigentes de la Oschoca, la obra social camionera, y hasta el propio Rinaldi, el abogado de su confianza, que administró el APE durante años. La presión de los reclamos y de las luchas, si bien impulsan un frente común defensivo entre Moyano y el gobierno contra las bases de los sindicatos, en última instancia desarrolla entre ellos una crisis política, porque esas luchas cuestionan la vigencia del esquema económico (agotado) que ha dado sustento al ‘modelo' de los K. Existe una crisis de conjunto que afecta a todos los sectores comprometidos con el régimen actual, que además azuza sus enfrentamientos de intereses.
Los observadores políticos coinciden en la opinión de que el destino de esta crisis será determinado por lo que ocurra en las paritarias -a partir de marzo. Es una visión estrecha de la crisis política, la cual involucra mucho más -al conjunto de las relaciones sociales. Sobre la base de la oposición al ‘ajuste', es necesario desarrollar una fuerte movilización popular, por ejemplo contra el tarifazo y contra el procesamiento de los luchadores, que sirva como un factor de organización y que refuerce la alternativa política contra la burguesía y sus agentes -el gobierno y la burocracia sindical. Por eso es necesario oponer al tarifazo la nacionalización sin indemnización de las empresas privatizadas de servicios y de las petroleras, bajo el control de los trabajadores.
En la misma línea, en oposición a las corridas cambiarias y a las medidas administrativas del gobierno, plantear la nacionalización de los bancos y del comercio exterior, siempre bajo control obrero, en función de otro plan económico frente a la crisis, discutido por el conjunto de los trabajadores y sus organizaciones. Con este marco de lucha política se podrá preparar la intervención de las bases en las paritarias, en primer lugar para que los reclamos y los paritarios sean votados en asambleas sindicales y congresos con mandatos de las bases.
La manifestación gigantesca que conmemoró el 20 de diciembre ha sido una poderosa expresión de la rebeldía que se va apoderando de una masa creciente de trabajadores y de la juventud en general. Estuvo en sintonía con el desarrollo electoral que registró el Frente de Izquierda, que de este modo demuestra que es la parte más clara de un proceso de conjunto. Por eso, sobre la base de esta caracterización, la consigna debe ser: iniciativa, iniciativa y más iniciativa, para que la crisis la paguen los capitalistas y una nueva dirección de la clase obrera.
El secretario de la CGT no puso a la central en la ruta de un plan de lucha, sino que destinó su empeño en reagrupar fuerzas con Venegas, Barrionuevo o Palazzo, de la Bancaria, heredero de Zanola -cuya liberación saludó desde Huracán. Retiró a sus legisladores del voto al nuevo Régimen de Trabajo Agrario, para defender el monopolio de la caja de Venegas, aunque la nueva ley contenga disposiciones que mejoran las condiciones laborales de los trabajadores del campo. Sumó, aunque en parte, al "601" Gerardo Martínez.
Pablo Micheli, que tiene paralizada a su CTA, dejó de lado todo esto para pedirle a Moyano que convenga un ‘plan de acción' -probablemente en torno a la cuestión del mínimo no imponible de ganancias, que afecta a un número mayor de trabajadores. El gobierno ya ha declarado que pretende compensar este aumento con el ‘techo' paritario.
La crisis del gobierno con Moyano es la expresión deformada de una crisis que ha crecido con el movimiento obrero en su conjunto; el tarifazo ha llevado a CFK a blanquear su posición represiva frente al derecho de huelga, que incluye el procesamiento a cinco mil luchadores clasistas. Moyano extorsiona a los K con sacar los sindicatos a la calle, para que se retiren las acusaciones judiciales en curso y se asegure el control de la caja de las obras sociales para la burocracia. No se puede soslayar que acaban de ser procesados seis dirigentes de la Oschoca, la obra social camionera, y hasta el propio Rinaldi, el abogado de su confianza, que administró el APE durante años. La presión de los reclamos y de las luchas, si bien impulsan un frente común defensivo entre Moyano y el gobierno contra las bases de los sindicatos, en última instancia desarrolla entre ellos una crisis política, porque esas luchas cuestionan la vigencia del esquema económico (agotado) que ha dado sustento al ‘modelo' de los K. Existe una crisis de conjunto que afecta a todos los sectores comprometidos con el régimen actual, que además azuza sus enfrentamientos de intereses.
Los observadores políticos coinciden en la opinión de que el destino de esta crisis será determinado por lo que ocurra en las paritarias -a partir de marzo. Es una visión estrecha de la crisis política, la cual involucra mucho más -al conjunto de las relaciones sociales. Sobre la base de la oposición al ‘ajuste', es necesario desarrollar una fuerte movilización popular, por ejemplo contra el tarifazo y contra el procesamiento de los luchadores, que sirva como un factor de organización y que refuerce la alternativa política contra la burguesía y sus agentes -el gobierno y la burocracia sindical. Por eso es necesario oponer al tarifazo la nacionalización sin indemnización de las empresas privatizadas de servicios y de las petroleras, bajo el control de los trabajadores.
En la misma línea, en oposición a las corridas cambiarias y a las medidas administrativas del gobierno, plantear la nacionalización de los bancos y del comercio exterior, siempre bajo control obrero, en función de otro plan económico frente a la crisis, discutido por el conjunto de los trabajadores y sus organizaciones. Con este marco de lucha política se podrá preparar la intervención de las bases en las paritarias, en primer lugar para que los reclamos y los paritarios sean votados en asambleas sindicales y congresos con mandatos de las bases.
La manifestación gigantesca que conmemoró el 20 de diciembre ha sido una poderosa expresión de la rebeldía que se va apoderando de una masa creciente de trabajadores y de la juventud en general. Estuvo en sintonía con el desarrollo electoral que registró el Frente de Izquierda, que de este modo demuestra que es la parte más clara de un proceso de conjunto. Por eso, sobre la base de esta caracterización, la consigna debe ser: iniciativa, iniciativa y más iniciativa, para que la crisis la paguen los capitalistas y una nueva dirección de la clase obrera.
Néstor Pitrola