El ‘affaire’ Boudou-Ciccone se está saliendo de cauce. Para un profeta acreditado en derrumbes, Morales Solá, estaríamos “a las puertas de una crisis institucional” (La Nación, 11/3). Para otros, ante “un cambio de gabinete” (Perfil, 11/3). Los medios K sólo ven ‘maquinaciones de la prensa opositora”, pero quienes alimentan con denuncias -abiertas o sigilosas- a esa prensa son otros integrantes del gobierno. La camarilla oficial está fracturada. ¿La fronda puede voltear a Boudou? Según esos mismos mentideros, el desfile de Boudou por los medios de comunicación oficialistas para aclaraciones tardías no implicaría un apoyo de CFK, sino lo contrario -para despegarse. Los volantes que inundaron el recinto de la Asamblea Legislativa, con la leyenda previsible -”Boudou miente”- ni siquiera serían responsabilidad de La Cámpora, de cuyos palcos habían partido. Incluso la salida de Ricardo Echegaray, el sabueso de la Afip, para ‘defender’ al vice de CFK, fue interpretada como lo contrario, debido a que lo señaló como el responsable de un pedido de levantamiento de la quiebra de la acusada Ciccone. A los pocos días de su rescate por los ‘amigos’ de Boudou, Ciccone imprimía las boletas electorales del Frente para la Victoria, lo que involucra a toda la tropa superior del kirchnerismo. Moreno aparece en todo esto rescindiendo un contrato de alquiler de Boldt, la impresora rival de Ciccone, pero también la acaparadora de los permisos de salas de juego en la provincia de Buenos Aires.
La principal ‘fuente de información’ de estas maniobras, dicen los periodistas, sería el ministro del interior, Randazzo, y no precisamente por razones de ‘transparencia’. Del lado de Boudou acusan a Randazzo de ser un lobbysta de Boldt, a quien el ministro le adjudicó la impresión de los padrones para las elecciones 2011.
La pelea entre Boldt, Ciccone y ‘sus’ ministros respectivos no es sólo una cuestión de impresoras. El grupo Boldt tiene sus mayores fichas en el negocio del juego, donde compite con el empresario K Cristóbal López. Según La Nación, Cristóbal López, junto al banquero Jorge Brito y a Sebastián Ezkenazi (hoy caídos en desgracia dentro del oficialismo) fueron los ‘sponsors’ para que Boudou se convirtiera en candidato a la vicepresidencia. Veían en el guitarrero al alfil que conduciría al gobierno a un acuerdo con el Club de París y al retorno del Estado ‘a los mercados internacionales’.
En el principal terreno de batalla de los capitalistas del juego, la provincia de Buenos Aires, Boudou “buscó captar la adhesión de intendentes que (antes) respondían a Randazzo” (La Nación, 11/3). Mariotto, el vicegobernador, es uno de los que salió con más fuerza a defender a Boudou. En el campo oficial, es la guerra de todos contra todos. Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora, no quiere a ninguno de sus rivales y Guillermo Moreno no querría siquiera a Máximo. Este reñidero solamente puede ser interpretado como una lucha desesperada para salvar el pellejo ante la posibilidad de un cúmulo de procesos judiciales, ‘campañas psicológicas’, ‘mejicaneadas’ entre socios y una cesación de pagos interna o internacional.
Las denuncias que pesan tanto sobre Boldt como sobre Ciccone tienen el grueso de un prontuario, entre ellas la confección de facturas falsas, en perjuicio del fisco y en favor de una larguísima lista de grandes empresas. Pululan también los ‘intermediarios’, que el año pasado otorgaron la impresión de billetes a la Casa de la Moneda de Brasil, cuyo presidente acaba de renunciar como consecuencia de una coima de 25 millones de dólares, según la denuncia de ‘un proveedor’.
“Cobización”
El rescate de Ciccone, a manos de fondos oscuros y testaferros oficiales, fue precedido por el vaciamiento de la Casa de Moneda criolla, donde las denuncias de la Auditoría de la Nación sólo se comparan con las que ese mismo organismo realizó respecto de TBA. Ese deterioro sirvió de excusa, precisamente, para tercerizar la producción de billetes. El ‘nuevo’ grupo Ciccone disputa la impresión de billetes con un consorcio liderado por la Casa de la Moneda de Brasil, que quiere seguir con lo que comenzó hace un año.
La revelación de estos negociados delata una quiebra política y empresarial en la camarilla gobernante. En estos mismos días, Scioli, junto al ‘socialista’ santafesino Bonfatti, no tuvo reparos en fotografiarse con los representantes de Clarín y La Nación en la Expo Agro que patrocinan esos grupos empresariales.
La oposición anunció un pedido de juicio político contra Boudou, para lo cual no tiene los votos, aunque tampoco los tenía en 2008 cuando estalló la crisis sojera. Sólo el que prueba puede llegar. Los medios que aluden a una “cobización” del vicepresidente se equivocan: si los K le bajan el pulgar al Amado, éste no dura un suspiro. Boudou se ha convertido, además, en un estorbo para los que impulsan la re-re-relección. Mal que le pese a Artemio López, CFK está en baja fuerte en las encuestas -y lo peor está por venir.
Marcelo Ramal