A la hora de repartir las responsabilidades, sobrevino un pase de facturas entre el sector autopartista local y los defensores de las restricciones del gobierno nacional a las importaciones. La empresa repartió las culpas por partes iguales: uno de los insumos debía venir de Brasil y el otro era un proveedor local. Pero los autopartistas locales dicen que parte de sus insumos también son importados -es que los autos producidos en Argentina cuentan con autopartes importadas entre un 70 y 80 por ciento.
Los trabajadores afectados por el convenio del Smata reciben, en los días de suspensión, el 75 por ciento de su salario básico.
La noticia de las suspensiones por falta de insumos ha tapado otra noticia más alarmante: la decisión de las empresas tercerizadas (de limpieza, logística y mantenimiento) que operan en la planta de Renault, en Santa Isabel, de no renovar los contratos de 146 trabajadores. Renault deslindó cualquier responsabilidad, al igual que el Smata (éste es uno de los “beneficios” de la tercerización).
El telón de fondo de esta situación es lo que ocurre en la industria automotriz en Brasil, que está sufiendo un retroceso en lo que va del año, así como también el propio mercado brasileño, al cual está destinado el 80 por ciento de la producción local.
La bancarrota capitalista golpea abiertamente sobre la industria metalmecánica. La política de “regulación” de las importaciones de Moreno ha agravado la situación, sin abrir un desarrollo para la industria autopartista local. El régimen automotriz (del cual el Mercosur es la expresión institucional) está diseñado en función de los monopolios.
* Prohibición de despidos y suspensiones. Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.
* Prohibición de la repatriación de ganancias.
* Iguales derechos y convenio para todos los trabajadores de las empresas.
* Asambleas de fábricas de todos los trabajadores para definir un plan de acción.
E. S.
