El gobierno, hasta las manos en la masacre de Once
Algunos medios filokirchneristas pusieron toda la carga de la masacre de la Plaza Once en el grupo Cirigliano, en un intento evidente por desmarcar al gobierno de la crisis. En el mejor de los casos, esa interpretación le reprocha al gobierno ‘errores' o ‘fallas' en los mecanismos de control, los que deberían ser mejorados. Pero si todas las advertencias o informes de los organismos de control fueron ignorados, ello se debe al completo entrelazamiento de Cirigliano con la camarilla kirchnerista -que va mucho más allá del propio sistema de transporte.
Trenes y colectivos
Los primeros tentáculos del "grupo" se extienden dentro del propio sistema ferroviario. Además de TBA, Cirigliano es propietario de Emfer, empresa de reparación de vagones. En el marco de la "emergencia ferroviaria", donde la factura de la inversión y el mantenimiento de trenes es asumido por el Estado, el desquicio de las formaciones y la desinversión alimentan al negocio de las reparaciones, las que benefician al grupo empresario que maneja TBA.
Más allá de los ferrocarriles, Cirigliano absorbió buena parte del servicio interurbano de colectivos. En la zona Oeste, a través de la compra de la ex TDO y la concesión del Sarmiento, los Cirigliano cuentan con el virtual monopolio del transporte público. Entre esta expansión, por un lado, y el derrumbe de los trenes, por el otro, la conclusión es sencilla: el grupo desvió los recursos de los subsidios ferroviarios a la compra de empresas de transporte.
Lucrando con la crisis energética
Pero la expansión no se limitó a la Argentina, e incluyó la conquista de concesiones y empresas de transporte en Perú o en la India, entre otros casos. Sin embargo, nada de esto se compara con Cometrans Qatar, la empresa de Cirigliano que armó el contrato de exportación de gas desde ese país a la Argentina por un período de veinte años. Además de ocuparse de transportar parte del fluido, Cirigliano "armó" el negocio entre los dos países, por lo que percibió una comisión del 5% sobre todos los despachos, los cuales representarían una importación de 3.000 millones de dólares anuales de gas. Se trata de un negocio armado a partir de la penuria energética provocada por otro desmantelamiento: el de la producción gasífera y petrolera, que el gobierno consintió durante todos estos años. Los Cirigliano, vaciadores del sistema ferroviario, pasarían a ser también ‘cuervos' de la crisis energética, a igual título que lo son Repsol y otros.
Burguesía nacional
El proceso al ex secretario Jaime tiene, entre sus puntos centrales, al sistema de ‘dadivas' y prebendas que partieron, precisamente, del grupo Cirigliano. Lo que demuestra ese juicio es que los hombres más importantes de la camarilla oficial actuaban como empleados oficiosos del "grupo". La defensa de Cirigliano a libro cerrado ha incluido siempre al intendente Othacehé, a Aníbal Fernández y a una parte del sistema judicial -especializados en urdir acusaciones contra el Partido Obrero y otros luchadores ferroviarios. En las últimas horas, el eterno juez de turno Oyarbide desestimó varias de las pruebas cruciales de la causa contra Jaime.
Cirigliano no es una excrecencia de los '90: retrata a la mentada "reconstrucción de la burguesía nacional". Los privatizadores de los '90 han crecido con el kirchnerismo. El rescate de las privatizaciones menemistas destruyó el presupuesto público, el sistema de transportes y de energía. En contrapartida, enriqueció a una camarilla empresarial unida por múltiples lazos políticos y económicos al kirchnerismo. Ese entrelazamiento es demasiado grande como para que la masacre de Once no coloque a todo el régimen en el banquillo de los acusados.
Marcelo Ramal