3 de mayo de 2012

¿La Cámpora al gobierno, La Cámpora al poder?

Para los círculos íntimos del ‘cristinismo’, el acto del viernes pasado en Vélez fue concebido para transparentar el desplazamiento político que se opera en el gobierno: relegó hasta la puerta de servicio al PJ y a la burocracia sindical y puso en el centro del ‘proyecto’ a La Cámpora. La evicción de Moyano afectó ahora a sectores más amplios de lo que ha sido la base de sustentación del gobierno.

La exagerada concurrencia de 80.000 personas, aportadas desde todo el país, podría tener relevancia para una fuerza opositora que busca abrirse camino, pero no es una base de poder. A lo sumo podría representar un crecimiento del coro de aduladores que rodea el poder personal del ejecutivo. Una parte de la concurrencia fue aportada por los intendentes del conurbano, una decisión que tomaron a último momento. Una parte importante, quizás la mayor, fue movilizada por el Movimiento Evita, que regentea miles de planes sociales. Otro tanto ocurre con el Kolina, armado por Alicia Kirchner desde el aparato del Ministerio de Acción Social. La burocracia sindical asistió para la foto, aunque no faltaron los carteles de la Unión Ferroviaria, ni columnas de la UOM o de la UCPN de Andrés Rodríguez, el criador de caballos amigo de Menem. También estuvieron el Frente Transversal de De Petri, el Miles de D’Elía, la CTA de Yasky y varios etc. ¿Cuánto llevó La Cámpora? Los más entusiastas arriesgan 15.000 personas (de todo el país). La cancha estaba llena desde temprano, lo que en día hábil delata la ausencia de obreros.

En el acto armado para proyectar a La Cámpora, nadie de La Cámpora tomó la palabra, quizás por temor a que dijera algo indebido. Pérsico, del Evita, se equivocó al pensar que estaba en la lista; la capitana volvió a desembarcar marineros. ¿Pero La Cámpora tiene programa político? El país no lo conoce, porque a diferencia de lo que establece la Constitución Nacional, está subida al gobierno pero no delibera. Si tomamos como referencia ideológica la expropiación parcial de YPF, concluimos que La Cámpora concibe al país como una Sociedad Anónima asociada al capital financiero internacional, tutelada por un poder político personal. El propósito de ‘reconstruir la burguesía nacional’, se ha trocado en un intento desesperado para rescatar al Estado del derrumbe fiscal, con el auxilio (incierto) del capital internacional. El camporista Kicillof anda reuniéndose con Exxon y Chevron, para que acepten meter las máquinas en los pozos que Repsol tenía en desuso. El asunto es si las petroleras aceptarán hacerlo por tarifas subsidiadas. Según Página/12, las conversaciones con las petroleras internacionales incluyen una “nueva ruta de precios”.

La Cámpora recibió las aguas bautismales en setiembre de 2010, en otra cancha, la de River, para juntarse con la Juventud Sindical de Moyano. El propósito era certificar la defunción de “los errores de los ‘70″. Como a La Cámpora y a la ‘Juventud Sindical’ les llevó apenas quince meses para consumar un divorcio reclamado por sus padres, la tragedia setentista se ha convertido en una farsa posmodernista. La autodenominada ‘guardiana’ de Cristina está buscando ahora un acuerdo con Barrionuevo, los Gordos y los vandoristas para desbancar a sus aliados efímeros de la CGT.

La cuestión de los sindicatos fue ignorada en Vélez, salvo cuando CFK recomendó resignación ante la flexibilidad laboral para evitar la desocupación. Pero ni La Cámpora ni los movimientos sociales pueden asegurarle a Cristina y a la clase capitalista la regimentación de los sindicatos, o sea suplantar a la burocracia sindical. ¿Quién si no la burocracia podría imponer paritarias con salarios a la baja o mantener el 40% de la fuerza de trabajo en negro y la tercerización de decenas de miles de compañeros, en especial los jóvenes? Los Barrionuevo, Lescano y Daer son cadáveres políticos; no podrían contener una irrupción generalizada de la lucha de los trabajadores, que es de lo que se encargaba Moyano. El apoyo de La Cámpora a los gordos habla de su inviabilidad.

Otro tanto ocurre con el propio PJ: La Cámpora ‘pelea’ a Scioli, y también va contra con De la Sota y Peralta, para lo cual sostiene a la tropa de gobernadores como Insfrán, Gioja, Urtubey, Beder Herrera, por medio de asociaciones mineras y petroleras. La crisis fiscal y política fuerza al gobierno K a desarrollar un efecto disolvente sobre su propia estructura política. Es lo que caracteriza a los K desde el comienzo: ‘construir’ para derribar, siempre un escalón más arriba -desde Duhalde, los radicales K, Moyano, Scioli y en la lista se anotan De Vido y Boudou. Cuanto más se estrecha el régimen político alrededor de una camarilla socialmente más irrelevante, más tiene la sensación de que es un ‘poder fuerte’.

Al final todo se reduce a la cuestión de la sucesión presidencial. La necesidad de reformar la Constitución nace de esta crisis y refuerza la crisis abierta. La base económica del gobierno se agrieta como consecuencia de la abundancia de liquidez y como resultado de la quiebra de las cajas. La primera financia la fuga de capitales, gracias a los ingresos de la soja, mientras que la segunda, la crisis fiscal, incapacita al Estado a seguir bancando los subsidios que mantienen a las privatizadas, y amenaza con desatar una hiperinflación. Las provincias y municipios están a un tris de emitir cuasi-monedas.

Nuestro propósito es aprovechar la crisis política en desarrollo para separar a la juventud y a la clase obrera del pseudonacionalismo capitalista y forjar un gran partido de la clase obrera.

Gabriel Solano