El tándem Kicillof, Moreno y Marcó del Pont ha tomado nuevas medidas para intentar detener la disparada del dólar. El alerta rojo se ha prendido ante el fracaso de todas las iniciativas adoptadas hasta ahora -como la restricción a las importaciones y a la compra de divisas, o la obligación de repatriar las divisas generadas por la exportación. La demanda de divisas es creciente. La fuga de capitales por medio de la compra de deuda pública en dólares con pesos se realiza a un cambio de casi 6 pesos por dólar. La distancia entre el oficial y el ‘negro’ o el ‘blue’ es casi del 20 por ciento: un récord. Ante esto, una nueva resolución obliga a ingresar las divisas de exportación en un plazo de quince días y, al mismo tiempo, se estudia extender de 72 horas a 30 días el plazo mínimo para poder revender acciones o bonos al exterior.
La preocupación por la brecha cambiaria determinó una fuerte venta de títulos públicos en dólares por parte de la Anses (“para calmar el mercado”): sucede que un lucro del 25 por ciento estimula la compra de dólares en el mercado oficial para venderlos en el paralelo. La Afip ha aflojado las restricciones para comprar dólares, también para achicar esa brecha, lo que ha dejado a los bancos sin dólares billete. Se desarrolla, de este modo, una pérdida de reservas bajo la presión de la especulación en el mercado de cambios. Con esta política, la especulación contra el peso ha pasado a nutrirse de la oferta oficial. Las concesiones oficiales apenas han achicado la brecha entre el paralelo y el oficial -más que eso: la incentivan.
Bajo estas condiciones, se potencian los desequilibrios que arrastra la economía K. El gobierno necesita 15 mil millones para pagar los vencimientos de deuda externa de 2012 y 13 mil millones para la importación de combustibles. Según datos del BCRA, las compras de divisas por parte del organismo en los primeros meses del año han sumado 4.515 millones de dólares, pero las reservas sólo crecieron 1.222 millones. La diferencia refleja la magnitud de la salida de divisas.
Lo que ocurre en el mercado de cambios refleja la tendencia a una cesación de pagos con el exterior, que complementa la que ya ocurre en el mercado interno: las provincias, en especial, están incurriendo en impagos crecientes con los proveedores y en varias localidades se plantea la emisión de cuasi monedas. El desarrollo de esta crisis muestra los límites insalvables del intervencionismo estatal que inspiran Moreno-Kicillof.
Pablo Heller