El país entero sabe que el gobierno K no tiene la plata para pagar la deuda externa de este año, tampoco para los subsidios a los parásitos del transporte y los servicios, ni la enorme factura de la importación petrolera.
Tampoco tiene los recursos para financiar la fuga de capitales, como ha venido ocurriendo en los últimos cinco años, la que ahora se acentúa como consecuencia de la crisis capitalista mundial.
Los sojeros acaparan la cosecha a la espera de la devaluación y los exportadores desvían sus ingresos en divisas.
No alcanza ya la plata de la Anses para cubrir el déficit fiscal.
Las provincias anuncian la reaparición de las cuasi monedas de triste memoria.
Brasil, el primer socio comercial de Argentina, ya ha devaluado su moneda en un 30% en lo que va del año.
Además, registra desde diciembre una recesión.
China, el otro socio comercial, viene disminuyendo las importaciones, también afectada por la bancarrota internacional.
La formación de un mercado paralelo, incluso reprimido por la Afip, acentúa la inflación ya elevada e incita a una salida de depósitos de los bancos.
Si dejamos el manejo de esta crisis en manos de los K, se viene un ‘Rodrigazo’: devaluación, tarifazo, hiperinflación.
Los despidos y las suspensiones ya han comenzado.
El movimiento obrero tiene que fijar su posición, pero los burócratas sindicales están entretenidos en la disputa por la jefatura de la CGT y en firmar paritarias con salarios a la baja.
El Partido Obrero plantea:
Ningún despido ni suspensión, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Indexación salarial y de las jubilaciones de acuerdo con la inflación. Cese del pago de la deuda externa usuraria. Nacionalización integral de la banca, el comercio exterior y las privatizadas, sin compensación, bajo el control de los trabajadores.