En vísperas del paro y la marcha del miércoles 27, Cristina Kirchner decidió colocar las cosas en su lugar y salió a una defensa furiosa del impuesto al salario. Denunció que sólo el 18 por ciento de los asalariados paga “ganancias”. Sin querer, reveló que el 82% de los trabajadores está por debajo de la canasta familiar, luego de diez años de gobierno que redistribuye los ingresos. Cuando aseguró que ese impuesto “se paga en muchos países del mundo”, enterró el relato oficial que dice que el ajuste se practica sólo ‘afuera’. Se “olvidó” del IVA y de otros tributos que gravan el consumo de los trabajadores, o sea el salario. Todo sumado, el Estado ‘nacional y popular’ se queda con el 40% de la remuneración nominal de la fuerza de trabajo. Todavía falta agregar a esto las contribuciones a la seguridad social, que constituyen también una parte del salario. CFK aprovechó la ocasión para asegurar que cumplirá los compromisos de deuda externa usuraria de 2012.
Cristina Kirchner llegó tan bajo como para responsabilizar a los huelguistas de Chubut por la muerte de los gendarmes que habían ido a reprimir esa huelga, después de una tragedia vial. Dos años atrás, el kirchnerismo había “responsabilizado” del crimen de Mariano Ferreyra a sus propios compañeros.
Destituyentes que no destituyen
Según la propaganda oficial, la convocatoria de los camioneros es una maniobra de la derecha “destituyente”. Pero los coqueteos de los Macri o la mesa de enlace con la marcha del 27 se fueron apagando con el correr de los días. Los 70 mil asistentes a la Plaza eran obreros y trabajadores de pies a cabeza. El 27 se destacó por la ruptura de miles de explotados con el gobierno que votaron hace seis meses; los ‘destituyentes’, al igual que el gobierno, están tratando de entender lo que está pasando. La huelga en la industria automotriz de Córdoba es el termómetro de la posición de la clase obrera.
Binner tampoco llamó a ir a la Plaza; en su lugar pidió un “gobierno de concertación”. La propuesta envenenada del ‘socialista’ de Santa Fe no deja de reflejar por eso la preocupación de estos opositores, quienes ofrecen asumir las responsabilidades del ajuste con el gobierno. Quiere decir que la ve fea. La disgregación del oficialismo se manifiesta también en la oposición -hasta Lozano ha decidido re-pactar con Solanas y viceversa, lo que lleva a suponer una disolución del FAP. La CTA Micheli se bajó de la movilización. La disgregación en la oposición, combinada con la del oficialismo, significa que “la incapacidad para gobernar como lo venían haciendo” es completa.
Marcelo Ramal