El anuncio del ‘nuevo’ directorio de YPF dejó en claro hacia dónde se dirigen los K. Entre sus integrantes se destacan ex ejecutivos de petroleras internacionales -al estilo del presidente Galuccio- y hasta de la propia Repsol, que tienen responsabilidad directa en el vaciamiento reciente. Repsol se aseguró un lugar en el directorio para obtener información de “primera mano” (Cronista, 5/6). En el directorio revistan los representantes provinciales, a su vez titulares de empresas provinciales de petróleo y gas, que -como en Neuquén- están negociando su asociación con otros monopolios petroleros. La lista se completa con el burócrata sindical neuquino Guillermo Pereyra, un lobbysta más o menos declarado de los intereses de Repsol hasta que se consumó la expropiación parcial de sus acciones.
Los representantes de la Bolsa de Nueva York, que estuvieron en Buenos Aires, reclamaron el rápido fin de la intervención a YPF. CFK reivindicó el 49% de la compañía en manos privadas. La YPF ‘recuperada’ seguirá supervisada por la Bolsa de Nueva York.
A pesar del fasto, el ‘relanzamiento’ anunciado por Galuccio no pasó de una declaración de intenciones. Presentó un plan que permitiría alcanzar, en cinco años, el nivel productivo de hace dos décadas. Galuccio reconoció que seguirá el déficit energético y que el desembolso de divisas del año que viene será aún mayor que el actual. Aunque prometió avanzar en los “primeros ensayos” de exploración en Vaca Muerta, el plan de Galuccio apuesta principalmente a la reactivación de pozos abandonados, con bajo costo. Pero incluso para este limitado objetivo, los recursos propios de YPF no alcanzan. Por eso, llamó a asociarse a “empresarios locales y extranjeros”. En el público, Benito Roggio, acostumbrado a abalanzarse sobre concesiones públicas con poca plata, aplaudía.
Para inversiones de mayor alcance, las corporaciones internacionales quieren saber “qué precios y qué garantías ofrecerá la nueva YPF a sus potenciales socios o acreedores” (La Nación, 6/6). Un trabajo de la intervención camporista a YPF -”informe Mosconi”- señala que “la desvinculación de los precios internos de los hidrocarburos de su paridad internacional llevó, bajo la conducción de Repsol, a un paulatino abandono de sus actividades de exploración”. O sea que adjudica el vaciamiento a la ausencia de un tarifazo. Durante una década, el desenganche de los precios internacionales aseguró a la burguesía nacional combustible y energía baratos (y también salarios baratos) para sus industrias. Los recursos para ese gigantesco subsidio al capital se han agotado. El plan de Galuccio y La Cámpora condena a YPF y al país a dos variantes de vaciamiento: o agotar los pozos existentes y el régimen de subsidios, o recurrir un tarifazo indefinido en los combustibles y la energía eléctrica, que deberá acompañar en el tiempo a la inflación. Los partidarios de la “pesificación” están rumiando la dolarización de las tarifas.
En el final del acto de YPF, Cristina Kirchner pidió disculpas a los empresarios presentes por el bullicio de “los chicos de La Cámpora”. “Mejor tenerlos saltando y gritando -dijo- que tirando piedras como en Grecia”. CFK está obsesionada por la izquierda, porque a la ‘juventud militante’ la tiene en un corral.
Marcelo Ramal