Walter Domínguez, de 16 años, alumno de quinto año del Ipem Diego de Rojas de Villa General Belgrano (Córdoba), fue llevado con toda su escuela a una muestra itinerante sobre Eva Perón. La muestra está organizada por el gobierno nacional, recorre el país y fue presentada por el municipio local.
Finalizada la recorrida, Walter escribió en el libro de visitas su opinión sobre la muestra: “esto es un asco”.
En los días siguientes, los directivos de la escuela se lanzaron a una pesquisa inquisitorial para descubrir al autor del planteo. Cuando Walter se hizo cargo de lo que escribió, le pusieron diez amonestaciones con el alegato fascistizante de que, con su comentario, había “perjudicado a toda la escuela”. Esta es la gente que dice querer ‘empoderar’ con el derecho al voto a los jóvenes a partir de los 16 años. Si el voto no fuera secreto, el oficialismo advierte que podría llegar a ‘amonestar’ a una gran masa del electorado. Las autoridades de la escuela reemplazaron el “asco” del libro de visitas por un “¡Está muy bueno!” ¿Estos ‘pedagogos’ se habrán dado cuenta de que están incitando al disimulo y a la mentira como conducta personal y ciudadana?
Los padres de Walter reaccionaron frente a las amonestaciones, denunciando públicamente el hecho y exigiendo una rectificación por el abuso de autoridad que implica haber tachado la opinión escrita de su hijo. ¡Una conducta impresionante! La repercusión de la denuncia forzó una intervención del ministro de Educación provincial, quien dejó sin efecto las amonestaciones y pidió disculpas por la tachadura.
Frente a la requisitoria periodística, Walter declaró que el asco se lo provocó la manipulación de la muestra al servicio de las necesidades políticas de la Presidenta y que la expresión nada tenía que ver con la figura de Eva Perón. Además señaló que cuando manifestó, previamente, su deseo de no concurrir, las autoridades de la escuela le impusieron la asistencia con carácter obligatorio, con el argumento de que era parte del “trabajo curricular”. Según Camila Moreno, de cuarto año del mismo colegio: “a muchos no nos gustó ir, pero no dijimos nada” (La Voz, 5/9). Los compañeros de Walter manifestaron públicamente su solidaridad con él y repudiaron las amonestaciones y la censura a sus opiniones.
Estatización ideológica
La denuncia de los padres de Walter tuvo una cobertura importante por parte de la prensa y desató un debate inevitable.
Néstor Abramovich, director del Colegio de la Ciudad, dijo a Página/12 (4/9) que “a lo mejor esto tiene una cosa reactiva con el peronismo”, como si el peronismo fuera una cosa políticamente intocable o impune, luego de haber propiciado la formación de la Triple A, producido a un Menem o engendrado a un pagador serial de la deuda externa de la dictadura y del menemismo con los fondos de los jubilados. En la posición de Walter, de todos modos, no se insinuó nada de esto, sino simplemente el repudio a la estatización ideológica de la educación.
Pero así como abre una ventana, Página/12 cierra otra, pues omitió lo más importante: Walter denunció la obligatoriedad de concurrir a la muestra como una clara maniobra política a favor del gobierno. O sea que antes de recibir el beneficio del voto a los 16 años, Walter ya es censurado en su derecho a la libre expresión.
Para que el asco de Walter cobre una eficacia plena, es necesario que la juventud obrera, sin empleo, tercerizada, en negro y estudiosa se organice políticamente con las banderas del socialismo.
Eduardo Salas