Días antes de la cadena, la Presidenta ofrendó a la patronal industrial un salario mínimo de 2.670 pesos, mientras mantiene la herencia de la dictadura que redujo y hasta eliminó el aporte patronal jubilatorio, o la herencia menemista que prohíbe el juicio civil por accidentes de trabajo.
La Presidenta celebra una industria que tiene al 35 por ciento de la fuerza de trabajo en negro, incluyendo una multitud de jóvenes precarizados y tercerizados.
¿Qué aplaude CFK cuando la economía nacional alcanza el grado mayor de dependencia de la monoproducción de soja y acaba de acentuar la dependencia de esa producción del monopolio químico de Monsanto?
El rubro más importante de la industria local, la automotriz, es una cadena de ensambles de producción extranjera, mientras los servicios ferroviarios se derrumban a fuerza de subsidios y por la ausencia de una industria capaz de modernizar una red obsoleta.
La Presidenta decidió tirar de la cadena cuando la construcción se paraliza como consecuencia del llamado ‘cepo cambiario’ y todos los días son despedidos miles de trabajadores de la misma.
CFK tira de la cadena, porque advierte que los trabajadores no van a dejar pasar así nomás el impuesto al salario, el congelamiento salarial o que la inflación les coma los ingresos.
También advierte que es inminente un choque abierto con la burguesía industrial, precisamente porque esa burguesía reclama, ante la desorganización económica cada vez más acentuada, una devaluación del peso, la reactivación de los negocios inmobiliarios y una recuperación de las exportaciones industriales y de la ‘libertad’ para operar en función de sus intereses.
Como la re-re no alcanza como factor de distracción, el oficialismo tendrá que tirar de la cadena cada vez más, hasta que sus eslabones no aguanten.
Frente a la crisis política en desarrollo, los trabajadores debemos concentrar nuestras energías en la construcción de una alternativa política independiente, que será el resultado de la unión del movimiento obrero, emancipado de la burocracia, con la izquierda.
También advierte que es inminente un choque abierto con la burguesía industrial, precisamente porque esa burguesía reclama, ante la desorganización económica cada vez más acentuada, una devaluación del peso, la reactivación de los negocios inmobiliarios y una recuperación de las exportaciones industriales y de la ‘libertad’ para operar en función de sus intereses.
Como la re-re no alcanza como factor de distracción, el oficialismo tendrá que tirar de la cadena cada vez más, hasta que sus eslabones no aguanten.
Frente a la crisis política en desarrollo, los trabajadores debemos concentrar nuestras energías en la construcción de una alternativa política independiente, que será el resultado de la unión del movimiento obrero, emancipado de la burocracia, con la izquierda.