Pero el camino hacia el congreso oficialista del 3 de octubre se ha transformado en un calvario. La delegada presidencial en la Superintendencia de Servicios de Salud, Liliana Korenfeld, reunió a Gerardo Martínez, Caló, Cavalieri y compañía para anunciar un nuevo sistema para el Fondo Solidario de Redistribución (FRS). De ese fondo, incluida la administración de prestaciones especiales (alta complejidad) fueron retenidos en el período kirchnerista la friolera de unos 15 mil millones de pesos.Pues bien. De los 15 mil millones adeudados no hubo, ni parece que habrá, definición alguna. Lo que se anunció es una promesa de cumplimiento futuro de redistribuir 2 mil millones por año, especialmente entre las obras más débiles. Se trata de una estafa a varias puntas.
Primero, roban la deuda. Segundo, que aun cumpliendo la promesa de redistribución anual se estarían quedando igualmente con unos mil millones anuales. Tercero, el FRS está hecho integralmente para balancear el ingreso per capita de aquellas obras de menores recursos para alcanzar el Plan Médico Obligatorio, no a las que se crea conveniente. Cuarto, el anuncio no garantiza criterio alguno de equidad y obligatoriedad frente a la arbitrariedad en los pagos de los tratamientos de alta complejidad; de tal manera que seguirá el dedo según el comportamiento sindical y político de cada gremio. Quinto, la plata no es del gobierno, ni la que se debe, ni la que prometen distribuir con tal o cual criterio: es de los trabajadores, de sus obras sociales, como consecuencia de la retención del 10% de los aportes que se hacen en los recibos de sueldo por parte de la patronal.
De impuesto a las ganancias sobre salarios, nada. De asignaciones familiares aniquiladas por los topes y la tablita, tampoco, aún cuando están saliendo fallos judiciales que favorecen a mamás denunciantes por discriminación, cuando pasan los 5.200 pesos y dejan de cobrar. Aunque el grupo Balcarce mostró toda su docilidad al votar un salario mínimo muy por debajo de la línea de pobreza, no recibe compensaciones por ello.
En este contexto, se realizó un confederal que no tuvo pena ni gloria. No estuvo presente el barrionuevismo, al que se lo invitó hasta último momento. Tampoco pudo definir quién será el próximo secretario general de la central K. La debilidad es tal que no se descarta por completo la formación de un triunvirato para integrar al barrionuevismo. Pero esto tiene más problemas que soluciones. Barrionuevo es antikirchnerista y va por la plata de las obras sociales, sobre las cuales construyó su poder sindical.
Caló vuelve a ser candidato a pesar de la oposición de Cristina, por descarte. En ese caso nacería una CGT que es apenas una fracción del movimiento obrero, pero que tampoco termina de ser oficialista: Caló indicó que con 6 pesos no se vive, su gremio marcó una canasta básica de 6.300 pesos y, lo más importante, puede girar junto a Techint, como lo hizo la UOM toda la vida. La nonata CGT oficial, más temprano que tarde, puede terminar en algún tipo de planteo o de choque en función de la caja y prebendas de los sectores que la componen.
No está resultando fácil la conformación de la CGT del ajuste. Desprestigiada, disminuida, sin autoridad, policía de las luchas, compuesta por patotas en descomposición como la de Gerardo Martínez, sin política frente a la recesión y los despidos y mucho menos frente a la inflación.
Fuera las manos del gobierno de los sindicatos, devolución incondicional de los fondos de las obras sociales, asambleas en los sindicatos que elijan comisiones de control de esos fondos y fijen un programa de reivindicaciones y un plan de lucha para llevarlas adelante. Fuera la burocracia sindical.
Néstor Pitrola