En los próximos días y semanas, la juventud que lucha tendrá por delante varias batallas de enorme importancia. Este viernes será la marcha por la “Noche de los Lápices”.
La va a encabezar un movimiento estudiantil secundario en ascenso, el cual logró victorias de peso contra la destrucción de la escuela media.
La que va a defender a sus centros de estudiantes como herramientas de lucha, sin “reglamentos” ni “veedores” oficiales.
Para ese movimiento, la jornada de los lápices no es una evocación escolar de los derechos humanos del pasado.
Es la oportunidad para denunciar a los represores de hoy y al gatillo fácil.
También de escrachar a la lacra destructiva de la droga, cuyos beneficiarios también cuentan con protección estatal y policial.
Esa juventud, que se mira en el espejo de Mariano Ferreyra, también levantará bien alto la lucha por la condena definitiva de Pedraza y su patota.
Después del 16, se vienen grandes batallas electorales en colegios y facultades.
Para defender la universidad pública contra las camarillas de la privatización educativa.
Para que nuestros centros de estudiantes sirvan a esa lucha.
En los últimos días, la izquierda y el Partido Obrero revalidaron victorias en varias de las mayores facultades de la UBA y está creciendo en votos en otras.
Vamos por ese rumbo en las elecciones que se vienen en la UBA, la Plata y todo el país.
Ese progreso de la izquierda revolucionaria tiene claras razones.
Los “relatos” oficiales podrán llenar las horas de la TV pública o la cadena nacional.
Pero no llenan la vida de una juventud precarizada, sin derecho al estudio o a la vivienda, sobre la que se descarga todo el peso de la crisis capitalista.
Esa juventud pide pista.
Para luchar por el salario, para ponerle fin a laprecarización laboral y la desocupación.
Por el derecho a la educación estatal y gratuita.
Por la libertad de organización en todos los lugares de estudio y trabajo.
Por plenos derechos políticos y gremiales a la juventud, sin ninguna injerencia estatal.
Vamos con ellos.