¿Micheli y Moyano se han juntado para reforzar la capacidad de los trabajadores para luchar contra el impuesto al salario, contra la desvalorización del salario familiar, por el rechazo a la nueva ley antiobrera de las ART, para que el sindicato del subte tenga su derecho a negociar su convenio de trabajo? ¿O acaso para subir el salario mínimo al costo de la canasta familiar y la jubilación al 82% móvil?
De ninguna manera. Moyano abandonó esa lucha el mismo día de la manifestación del 27 de junio pasado. La convocatoria para el próximo 10 de octubre no tiene prevista ninguna continuidad ni el inicio de un plan de lucha. Moyano ha metido a la CGT Azopardo en formol, para lucirla en los discursos -o en la pelea por los fondos de las obras sociales-, pero no para participar en esta lucha. Ni siquiera su sindicato de rama, Camioneros, participa con un paro en esta jornada. De Micheli se puede decir lo mismo. Moyano y Micheli buscan encuadrar la indignación de los trabajadores, pero de ninguna manera llevarlos a la victoria por sus reclamos.
La jornada del 10 de octubre próximo no puede ser desligada del aspecto más importante. Mientras Moyano trenza por un frente opositor (con figuras tan ‘pro-obreras’ como De Narváez, De la Sota, Lavagna e incluso Macri), Micheli le arrima el bochín a la Mesa de Enlace del capital sojero por medio de una de sus patas -la Federación Agraria que encabeza Buzzi.
Estamos ante una operación política para usar a una parte del movimiento obrero como una masa de maniobra al servicio de las operaciones políticas de los partidos capitalistas que juegan en la oposición. No llaman a los caceroleros del jueves 13 a unirse a la clase obrera por reivindicaciones sociales y políticas comunes (incluido el rechazo a la re-re-re), sino que se alinean con las cúpulas políticas patronales, las que ven en los cacerolazos una oportunidad para sacar del olvido a una oposición capitalista y anti-obrera.
El frente Moyano-Micheli debe ser caracterizado a partir del contexto político en el que busca su lugar. El movimiento obrero no gana nada con oponerle una Unión Democrática al gobierno K. ¿O acaso alguno de los integrantes de esta Unión Democrática tiene la intención de ayudar a los trabajadores a derrotar la nueva ley ART, que nos cierra el camino del reclamo judicial por los accidentes de trabajo?
En la clase capitalista hay una pelea por el plan económico, es cierto, que se da entre quienes quieren devaluar el peso y meter el ajuste, y los que temen la conmoción de la devaluación y compensan a los capitalistas con subsidios ultra millonarios.
Los trabajadores no podemos estar con ninguno de estos dos, pero sí pelear por una alternativa política propia.
Moyano le dijo una vez a CFK que quería ver algún día un presidente de los trabajadores. ¿Con quién? ¿Con la dupla Sociedad Rural-De Narváez? ¿Con patronal automotriz De la Sota, quien acaba de autorizar a una empresa contaminante de Monsanto en Córdoba, pero no impide la flexibilidad laboral y la suspensión reiterada de obreros? ¿Con el mismo De la Sota que acaba de hacer apalear a los empleados públicos y a los jubilados de su provincia?
Nosotros sí queremos un gobierno de trabajadores, pero para eso hay que impulsar una movilización política independiente del Estado y de los partidos patronales.
Convocamos a marchar el 10 en nuestra columna, la del Partido Obrero, que participa y promueve al Frente de Izquierda con una plataforma clara.
Ni Micheli ni Moyano han convocado a deliberaciones en la CGT y la CTA para que las bases puedan discutir la posición del movimiento obrero frente a la crisis política y la ruptura creciente del frente patronal que integran el gobierno y los llamados opositores. Esta ruptura se calienta con la decisión de intervenir a Clarín para beneficiar a Telefónica, a Manzano, al casinero Cristóbal López o a Electroingeniería. Micheli y Moyano nos quieren llevar por las narices atrás de uno de los bloques patronales, agitando reivindicaciones nuestras por las cuales no están dispuestos a pelear.
Somos conscientes de que los trabajadores no aprecian todavía la situación política de la misma manera que la estamos expresando nosotros, el Partido Obrero. Una mayoría que siente la necesidad de dar pelea por las reivindicaciones planteadas no establece todavía conclusiones sobre la relación política entre Moyano-Micheli y la patronal opositora -e incluso derechista. Creen que sus intenciones son consecuentemente reivindicativas.
Nosotros, el PO, no nos apartaremos de los trabajadores que quieren luchar contra la política anti-obrera de los K, pero lo hacemos con una delimitación política tajante y nítida de las direcciones convocantes, las que quieren que el movimiento obrero sea siempre el furgón de cola de los partidos capitalistas y, en este caso, de la derecha y del centroizquierdismo, el cual de izquierda no tiene ni un lóbulo del cerebro.
Nuestra línea es sumar por el lado de la clase obrera. Mediante plenarios de delegados de base de gremios y localidades que atraviesen las fronteras de alineamiento de las centrales.
Abajo el régimen de las ART, anulación del impuesto al salario, salario familiar para todos de 700 pesos por hijo, salario equivalente a la canasta familiar, reapertura de paritarias, 82% móvil; no a los ajustes de Macri, De la Sota, Peralta, Bonfatti, Macri y todos los gobernadores. Cárcel y perpetua a los asesinos de Mariano, desmantelamiento de las patotas sindicales. Por un plan de lucha y por un Congreso de Delegados electos en asamblea en todos los sindicatos, que discuta un programa obrero de salida a la crisis.
Ni el gobierno capitalista y anti-obrero de los K, ni una Unión Democrática de infame memoria.
Independencia obrera, Frente de Izquierda.