En una mesa sobre “el genocidio”, hace tres años, en el auditorio de la Facultad de Derecho, interpelé a Raúl Zaffaroni, ministro de la Corte, acerca de por qué ese tribunal no recuperaba la jurisdicción nacional para “la deuda externa” de Argentina. La callada por respuesta puso de manifiesto la condición colonial del país. El ‘status’ de Malvinas domina el núcleo de relaciones internacionales de Argentina; la Fragata Libertad fue secuestrada, a pesar de que, al igual que una embajada, equivale para el derecho internacional a un territorio nacional. Aunque el gobierno denuncie correctamente que se trata de un acto de piratería, no se puede omitir que, en los últimos días, como consecuencia de la decisión de Capitanich de pagar en pesos la deuda dolarizada de la provincia, el mismo gobierno nacional ha ratificado los derechos de los piratas, al insistir en que seguiría pagando la deuda internacional de Argentina de acuerdo con lo establecido por las leyes, normativas y tribunales extranjeros -en resumen, Nueva York y Londres, la capilla Sixtina de los fondos buitres. Ghana, el país predador, está lejos de ‘rankear’ con los países del ‘eje del mal’, porque ocupa el segundo lugar en el Indice de Estado de Derecho, en la Africa sub-sahariana, del Proyecto de Justicia Mundial 2011 (Financial Times, 20/10), que aplica las normas de la jurisdicción que reconoce Argentina.
Para Jorge Castro, columnista de Clarín, el secuestro de la Fragata Libertad demostraría que “para la comunidad internacional, Argentina sigue siendo un país en ‘defol’”. El Financial Times, que recoge el planteo, añade que “Las cortes de justicia de Estados Unidos y el Reino Unido han reconocido reclamos por 1.600 millones de pesos a favor del fondo NML…”. La réplica de un Estado soberano a este atropello debería ser la nacionalización de la jurisdicción de la deuda externa y la suspensión indefinida de su pago -por lo menos hasta que se verifique su legitimidad, intensamente cuestionada. Los nac&pop no han cuestionado legalmente siquiera que la deuda externa sea una acumulación de intereses sobre intereses.
La Unasur no se ha pronunciado sobre este acto de piratería, ni siquiera en ocasión de la ‘jubilosa’ visita de Lula a Argentina. Tampoco ha hecho nada, como es obvio; CFK no le ha pedido que lo hiciera. ¿Cómo se explica esto, de parte de incansables patrioteros? El bolivariano Evo Morales, que acaba de contraer un empréstito internacional con jurisdicción de Nueva York, oficiado por el JP Morgan, mal podría denunciar a los ‘fondos buitres’. Toda la deuda de los países de la Unasur está atada a la jurisdicción extranjera. El caso de Lula es, en todo esto, el más interesante, porque en enero de 2003, a poco de asumir la presidencia de Brasil, negoció con W. Rhodes, el entonces presidente del Citigroup, la reanudación de los créditos extranjeros al comercio exterior brasileño a cambio del nombramiento de un funcionario del Banco de Boston, Henrique Meirelles, a la presidencia del Banco Central de Brasil (columna de Rhodes en Financial Times, 24/6/04).
Argentina obtuvo la aceptación del 96% de los acreedores cuando renegoció la deuda en ‘defol’, en 2005, con excepción de la contraída con el FMI, el BID, el Banco Mundial y, controvertidamente, el Club de París, que alegan que los organismos oficiales no aceptan quitas. Los que quedaron afuera (‘hold out’) del acuerdo (4%), lo hicieron a sus expensas, porque no habría sido posible otorgarles ventajas sobre los demás. Es precisamente en estos términos que se renegoció la deuda de Grecia (un 50% de quita, aproximadamente) a principios de año, donde no se aceptó que ningún acreedor privado ‘quedara afuera’ -una condición exigida por el FMI y el BCE, que además impusieron el cobro de la totalidad de los créditos otorgados por ellos.
El planteo del arco patronal antiK es muy ilustrativo, porque reclama que el gobierno argentino rescate a la fragata por medio del pago de la fianza que estableció el juez ghanés. A la ‘dignidad’ de la fragata planteada por los opositores, CFK le opuso la ‘dignidad’ del país -que es, en realidad, la de su gobierno. Estamos ante una pelea típica de los súbditos ante un atropello imperial. El ejemplo más claro de esta conciencia colonizada ha sido la disputa adentro del gobierno, para cargar el muerto del secuestro a la oficina que autorizó el atraco en Ghana. La carnicería interna ante el atropello imperial fue encabezada por Horacio Verbitsky, quien busca operar como el Rasputín de la zarina. La derecha quiere ‘pagar’, esto porque su política es “volver a los mercados internacionales”; los K se oponen, porque la de ellos es valerse de la pesificación para licuar la deuda pública con la Anses y el Banco Central, y confiscar a jubilados y contribuyentes, incluida la posibilidad de un ‘rodrigazo’. Después de recordar el arrojo del grupo encabezado por el futuro montonero Dardo Cabo, en el aniversario de su desembarque simbólico en Malvinas (1966), los K han tenido que tomar un avión de línea para implorar la solidaridad de Ban Ki Moon (el secretario general de la ONU, que tuvo que hacer Córdoba-Buenos Aires en bañadera, debido a las cenizas sureñas).
El conventillo jurídico está enfrascado, en este momento, en determinar la admisibilidad del ‘per saltum’ (recurso directo a la Corte) para obtener una declaración de vigencia de la ley medios y desplumar a la Corpo Clarín. Se podría aprovechar la bolada para que la Corte anule la jurisdicción extranjera en materia de deuda contraída por el Estado nacional, y que el gobierno suspenda por tiempo indefinido el pago de la deuda externa.
De lo contrario, como hay que esperar, el secuestro de la Fragata Liberad será otra evidencia del naufragio nac&pop.
Jorge Altamira
Para Jorge Castro, columnista de Clarín, el secuestro de la Fragata Libertad demostraría que “para la comunidad internacional, Argentina sigue siendo un país en ‘defol’”. El Financial Times, que recoge el planteo, añade que “Las cortes de justicia de Estados Unidos y el Reino Unido han reconocido reclamos por 1.600 millones de pesos a favor del fondo NML…”. La réplica de un Estado soberano a este atropello debería ser la nacionalización de la jurisdicción de la deuda externa y la suspensión indefinida de su pago -por lo menos hasta que se verifique su legitimidad, intensamente cuestionada. Los nac&pop no han cuestionado legalmente siquiera que la deuda externa sea una acumulación de intereses sobre intereses.
La Unasur no se ha pronunciado sobre este acto de piratería, ni siquiera en ocasión de la ‘jubilosa’ visita de Lula a Argentina. Tampoco ha hecho nada, como es obvio; CFK no le ha pedido que lo hiciera. ¿Cómo se explica esto, de parte de incansables patrioteros? El bolivariano Evo Morales, que acaba de contraer un empréstito internacional con jurisdicción de Nueva York, oficiado por el JP Morgan, mal podría denunciar a los ‘fondos buitres’. Toda la deuda de los países de la Unasur está atada a la jurisdicción extranjera. El caso de Lula es, en todo esto, el más interesante, porque en enero de 2003, a poco de asumir la presidencia de Brasil, negoció con W. Rhodes, el entonces presidente del Citigroup, la reanudación de los créditos extranjeros al comercio exterior brasileño a cambio del nombramiento de un funcionario del Banco de Boston, Henrique Meirelles, a la presidencia del Banco Central de Brasil (columna de Rhodes en Financial Times, 24/6/04).
Argentina obtuvo la aceptación del 96% de los acreedores cuando renegoció la deuda en ‘defol’, en 2005, con excepción de la contraída con el FMI, el BID, el Banco Mundial y, controvertidamente, el Club de París, que alegan que los organismos oficiales no aceptan quitas. Los que quedaron afuera (‘hold out’) del acuerdo (4%), lo hicieron a sus expensas, porque no habría sido posible otorgarles ventajas sobre los demás. Es precisamente en estos términos que se renegoció la deuda de Grecia (un 50% de quita, aproximadamente) a principios de año, donde no se aceptó que ningún acreedor privado ‘quedara afuera’ -una condición exigida por el FMI y el BCE, que además impusieron el cobro de la totalidad de los créditos otorgados por ellos.
El planteo del arco patronal antiK es muy ilustrativo, porque reclama que el gobierno argentino rescate a la fragata por medio del pago de la fianza que estableció el juez ghanés. A la ‘dignidad’ de la fragata planteada por los opositores, CFK le opuso la ‘dignidad’ del país -que es, en realidad, la de su gobierno. Estamos ante una pelea típica de los súbditos ante un atropello imperial. El ejemplo más claro de esta conciencia colonizada ha sido la disputa adentro del gobierno, para cargar el muerto del secuestro a la oficina que autorizó el atraco en Ghana. La carnicería interna ante el atropello imperial fue encabezada por Horacio Verbitsky, quien busca operar como el Rasputín de la zarina. La derecha quiere ‘pagar’, esto porque su política es “volver a los mercados internacionales”; los K se oponen, porque la de ellos es valerse de la pesificación para licuar la deuda pública con la Anses y el Banco Central, y confiscar a jubilados y contribuyentes, incluida la posibilidad de un ‘rodrigazo’. Después de recordar el arrojo del grupo encabezado por el futuro montonero Dardo Cabo, en el aniversario de su desembarque simbólico en Malvinas (1966), los K han tenido que tomar un avión de línea para implorar la solidaridad de Ban Ki Moon (el secretario general de la ONU, que tuvo que hacer Córdoba-Buenos Aires en bañadera, debido a las cenizas sureñas).
El conventillo jurídico está enfrascado, en este momento, en determinar la admisibilidad del ‘per saltum’ (recurso directo a la Corte) para obtener una declaración de vigencia de la ley medios y desplumar a la Corpo Clarín. Se podría aprovechar la bolada para que la Corte anule la jurisdicción extranjera en materia de deuda contraída por el Estado nacional, y que el gobierno suspenda por tiempo indefinido el pago de la deuda externa.
De lo contrario, como hay que esperar, el secuestro de la Fragata Liberad será otra evidencia del naufragio nac&pop.
Jorge Altamira