La zona del acuerdo con la petrolera americana ya ha sido explorada por YPF desde hace décadas, de modo que Chevron no arriesga un dólar. Además, la cantidad de pozos está lejos de los miles considerados como necesarios para revertir la caída de la producción. En el caso de Bridas, el acuerdo también plantea la cesión de áreas con cuantiosas reservas comprobadas.
El acuerdo con Chevron se asienta en otra medida clave del gobierno “nac&pop”: la duplicación o triplicación del valor en boca de pozo para el gas que se extraiga por sobre los deprimidos volúmenes actuales. Esta medida, además de presionar al alza de los precios de los combustibles, significa un negocio extra para las petroleras. Ya se ha empezado a aumentar la producción en pozos en declinación sobre la base de procesos de recuperación secundaria y terciaria (extracción forzada que inyecta sustancias contaminantes y radiactivas en el subsuelo). Las petroleras, sin poner un peso en exploración, usufructúan las inversiones que hizo la petrolera estatal en décadas pasadas.
El caso más emblemático es que se ha reactivado la producción en los alrededores del pozo 1 en Plaza Huincul, que lleva más de 90 años de producción.
En el caso de Bridas, su vinculada Panamerican, que explota el yacimiento Cerro Dragón en Chubut (el mayor productor de petróleo en el país) se benefició con una resolución que eleva sustancialmente el precio del petróleo exportado, tan sólo cinco días después de firmar su acuerdo con YPF.
Contrato “farm in”
El tipo de asociación contractual firmado con Chevron, que promete ser modelo para YPF con otras empresas, implica que la petrolera estadounidense será propietaria de gran parte de lo que se extraiga, rompiendo con el mito de la “soberanía hidrocarburífera”.
Por este acuerdo a cambio de 1.000 millones de dólares, “YPF cederá a Chevron al menos el 50% de sus derechos sobre Loma La Lata Norte y Loma Campana” (La Mañana de Neuquén, 20/12/12). Hace un año atrás se informaba que sólo en la primera de ellas había una reserva de 927 millones de Barriles Equivalentes de Petróleo (BEP). Ceder la mitad “al menos” de esa reserva implica entregarle a Chevron un valor a precio de mercado de hoy (a 89 dólares por barril) de no menos de 41.000 millones de dólares, que la petrolera yanqui podrá capitalizar a su favor en los mercados.
Como Chevron ya es propietaria de la empresa que administra los oleoductos que parten de Neuquén, tiene asegurado el transporte de “su” petróleo a las refinerías y al puerto de Bahía Blanca y a la exportación, quedándose con la parte del león.
Queda confirmado que la “nacionalización” es una reprivatización de YPF a favor del lucro capitalista.
Norberto E. Calducci