El kirchnerismo se apresuró a caracterizar la concentración oficialista del pasado 25 de Mayo como una recuperación de la iniciativa política. Si fue así, duró apenas 48 horas, porque al día siguiente Lanata le ganaba -por varios puntos- nada menos que a Boca en Fútbol para Todos. La agenda pública, el lunes posterior, seguía dominada por la crisis de pagos, el peregrinar de los expedientes de Báez por distintos juzgados nacionales, la remarcación de precios, el impuesto al salario, el anuncio de la intervención de la Corte para dirimir la elección popular del Consejo de la Magistratura, la huelga docente en la provincia de Buenos Aires, el impacto de la derrota de la burocracia en Suteba y hasta las incertidumbres sobre los caprichos de Massa en la elección bonaerense. A la lista habría que agregar el destino de los fondos para las Obras Sociales, las paritarias que están pendientes y el golpe al Mercosur asestado por el torpedeo a la compra de activos de Petrobras por parte de Cristóbal López. Como lo de Lázaro Báez es enlazado por algunos a la licitación de obras hidroeléctricas de la que fueron excluidas contratistas brasileñas, el tema de la corrupción va de la mano de una crisis internacional.
O sea que el acto mostró el poder de movilización del aparato que fue armando el cristinismo, pero no movió el amperímetro de la política. Menos lo logró mover el discurso presidencial, el cual, como siempre, fue autorreferencial, pero que no se detuvo en ningún momento para delinear un programa frente a la crisis. Las llamadas organizaciones sociales del gobierno mostraron que están aceitadas y que operan en un frente único con las intendencias y los gobernadores, pero la movilización operó de arriba hacia abajo, no al revés. La concurrencia fue elevada, pero los aliados del poder son cada vez menos. Herminio Iglesias, un desconocido, juntó casi un millón de personas en la 9 de Julio al final de la campaña de 1983 (bastante más que lo que se juntó el sábado pasado), para enseguida perder las elecciones frente a Alfonsín. Las concentraciones de aparato dejan mucho que desear cuando los asistentes se ven ante un conflicto por sus reivindicaciones o, simplemente, en un cuarto oscuro. El lleno de la Plaza y sus adyacencias puso más en evidencia el vacío político del oficialismo. CFK confesó su enorme soledad al exhibirse en la compañía de Gildo Insfrán y Gerardo Martínez.
El oficialismo apuesta todo ahora a la presentación de una lista nacional única, en una elección parlamentaria por distritos, para la elección de consejeros de la Magistratura. Busca obtener una suerte de votación plebiscitaria para darle aire al relato de la reelección. Las encuestas no hablan en su favor, pero es probable además que la Corte declare inconstitucional la ley que habilita esa elección. ¿Acatará el fallo el oficialismo? ¿Habrá una crisis de poderes? Cristina Fernández no abrió el pico sobre esto, ni de refilón. Si se cae la elección de consejeros, habría que decirle adiós a la ley de blanqueo de capitales, porque ni los carteles mexicanos van a traer dólares ante semejante debilidad política. En ese caso, el dólar paralelo se asemejará a un globo sin piolín.
José Ortiz