Para muchos, el impuesto se llevó entre la tercera parte y la mitad del aguinaldo.
Entre este impuesto y la inflación, el salario de los trabajadores está sometido a una pinza implacable.
La bronca que desató entre los camioneros este despojo del aguinaldo obligó a Moyano a convocar a un paro. Aislado y tardío.
El tema también despertó declaraciones y promesas de varios candidatos.
Criticar el impuesto a las “ganancias” se ha puesto de moda. Pero ninguno de ellos -ni oficialistas ni opositores- dice cuál es el destino de este impuesto contra el salario.
Ninguno señala que usan los recursos que nos sustraen para pagar la deuda usuraria a los especuladores, la que fue ya varias veces pagada.
O los subsidios millonarios a los que vaciaron el ferrocarril, la energía y el transporte.
Si tuvieran que gobernar, mantendrían ese u otros impuestazos. Por ejemplo, los que gravan al consumo o a la vivienda única.
Es lo que hacen los Macri, Bonfatti y la UCR allí donde gobiernan.
Nosotros, la izquierda, estamos por la abolición del impuesto al salario.
Rechazamos que el presupuesto y el sistema impositivo sea un mecanismo más de exacción de los capitalistas sobre el conjunto de los trabajadores.
Planteamos, por eso, la abolición de los impuestos al consumo y a la vivienda única, y su reemplazo por impuestos progresivos al gran capital, a sus beneficios, rentas y patrimonios.
También, por esto, votemos con fuerza al Frente de Izquierda en agosto, para que la izquierda ingrese al Congreso en octubre.