2 de febrero de 2009

Bº Ituzaingó Anexo: Plaguicida en la sangre

Kirchner, Juez, De la Sota y la soja

Monsanto controla el 90% del mercado mundial de transgénicos y los diseñó para que necesiten sus propios agroquímicos. Un negocio redondo. La dupla soja transgénica/glifosato, llamado el "paquete verde" de Monsanto, domina la producción agraria argentina.

En 1992, los directivos fueron condenados a cinco años de prisión y multados en 15,5 millones de dólares. Pero el herbicida se siguió vendiendo.

El documental "El Mundo según Monsanto", de la periodista francesa Marie-Monique Robin, prueba sus negocios con los gobiernos de Reagan, Clinton y Blair.

Los juicios y denuncias tampoco impidieron que en 1996 el gobierno de Menem aprobara el cultivo de la soja RR (resitente al Round-up) y, en 2004, que Kirchner ampliara el dominio de Monsanto, autorizando sus semillas de maíz transgénico resistente al glifosato.

A principios de 2004, Monsanto -dueño de la variedad de soja RR (OGM), con resistencia al herbicida Round-up- anunció que se retiraba del mercado de la semilla de soja por la alta utilización de semilla que los propios productores guardaban tras la cosecha (bolsa blanca). Se dice que sólo el 20% de las 13.500.000 hectáreas sembradas en 2003 utilizó semillas originales. Las empresas semilleras pusieron el grito en el cielo, pero lo real es que con la compra original, el productor ya resarció con creces las voraces arcas de los Monsanto y compañía.

Desde 2002 existen estudios que demuestran la toxicidad de los plaguicidas utilizados en la producción de soja RR. Aún así se permitió y se propició la plantación del monocultivo de soja transgénica, tanto que en 2007-2008 se utilizaron 17 millones de hectáreas, 170 millones de litros de agroquímicos Round-up para el cultivo de soja.

Pero el kichnerismo no es el único que propició las condiciones necesarias para que se realizaran grandes negocios a costa de la salud de la población.

En Córdoba, Luis Juez tiene desde 2006 un estudio municipal, el cual revela que en el barrio Iuzaingó Anexo, 26 de cada 30 personas tienen plaguicida en sangre y además permitió, cuando fue intendente, que se violaran normas municipales para que la soja se plantara en las narices de los vecinos del barrio Ituzaingó. Sí: así de criminal. ¿Qué dijo o hizo, entonces, ante semejante atrocidad el ahora opositor Juez que se indigna por todo? Absolutamente nada. En tanto, el gobernador Juan Schiaretti nunca hizo cumplir con la Ley de Agroquímicos de la provincia, la cual no sólo prohíbe la fumigación aérea a menos de 1.500 metros de una zona urbana; además, la pena con cárcel.

Esto ocurre en uno más de nuestros barrios en donde la atención primaria está colapsada y no existe tratamiento especializado.

Pero en esto nada es casual: tanto Luis Juez como el gobernador Schiaretti se disputan el apoyo del sector agrario para las próximas elecciones. Mientras se pone en juego la vida de zonas enteras de la población, todo el arco opositor, con los sojeros contaminadores a la cabeza y la complicidad de los K, conspiran para devaluar el peso y volver a los planes del FMI.

La salud de las personas es utilizada en una disputa entre capitalistas. Cristina K ahora, luego de tantos años, pretende que creamos que acaba de descubrir que el cultivo de soja transgénica es nocivo para la salud, utilizándolo en su disputa con el sector agrario, siendo que junto a su marido lo impulsaron y se beneficiaron con ello.

* Relevamiento sanitario de la población afectada. Relevamiento ambiental.
* Asistencia gratuita a los damnificados.
* Por un hospital público en la zona.
* Resarcimiento económico de la población afectada.
* Fuera Monsanto. Cárcel a los responsables materiales y políticos de la contaminación.

Emanuel Berardo