11 de abril de 2009

El dengue se expande

Ocaña, Capitanich, Uturbey, Brizuela: fuera

Van nueve muertos. Las cifras crecen diariamente. El gobierno, que hace una semana reconocía sólo 3.500 casos, ahora reconoce al menos 5.827. Clarín (6/4) habla de 13 mil casos. Hasta el domingo pasado, el gobierno negaba la existencia de una epidemia. Ahora, el director de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, Juan Carlos Bossio, reconoce que "hay 13 provincias afectadas por dengue importado" y otras "seis con transmisión autóctona, que tienen localidades con muchos casos respecto de la población".

El gobierno minimiza un problema que se expande como mancha de aceite. Hay 19 provincias y, al menos, 30 mil afectados (La Nación, 6/4). Por cada caso que va al hospital, hay tres que se quedan en su casa (Norte, 5/4). La cantidad de casos se duplica semanalmente. El ocultamiento oficial agrava el problema. El ‘brote' de dengue vino de Bolivia y comenzó en el norte salteño; Uturbey ocultó el tema para que no afectara el negocio del turismo en enero y febrero. En el Chaco -a mediados de febrero- Capitanich y su mujer, la ministra de Salud, enviaban un memorándum a los hospitales prohibiendo hablar del dengue. Hoy, 47 localidades chaqueñas presentan casos de dengue...

Volver al pasado


Se dice que frente al dengue no hay clases sociales. Falso. El mosquito no distingue entre sangre azul, burguesa o proletaria, pero los casos de dengue se concentran en las poblaciones periféricas de las ciudades, donde los sectores plebeyos viven hacinados en construcciones precarias, sin cloacas, gas ni agua potable.

Charata, bastión sojero chaqueño, tuvo un alto crecimiento demográfico en la última década sobre bases habitacionales precarias. La elevada renta agraria concentra la propiedad en el campo y genera especulación inmobiliaria en las ciudades. El dengue está mostrando el atraso histórico de la Argentina. La "descacharrización" (la recolección de los cacharros que los pobladores ponen en los techos y los patios de las casas) se explica por la ausencia de agua potable. Los cacharros son para juntar agua de lluvia. En Charata o Tartagal, donde se recogieron 1.000 toneladas de cacharros, se movilizó al Ejército para producir en forma temporaria agua potable.

La precariedad de la situación habitacional y sanitaria está llevando a que cada vez más voces del ámbito académico y sanitario planteen la posibilidad de la reemergencia del cólera en todo el norte argentino.

La propagación geométrica del dengue tiene una barrera natural: las bajas temperaturas. La tropicalización del clima como consecuencia del desmonte sojero aleja esta barrera. Dentro de un mes, cuando llegue el frío, en Argentina habrá unos 100 mil infectados. En primavera, estas decenas de miles de infectados serán la base de una propagación a una escala superior. Si el dengue llega a reproducirse autóctonamente en el conurbano y su constelación de villas, o en Rosario, el desastre está garantizado.

Tenemos que intervenir


Los gobiernos son responsables del avance epidémico de la enfermedad. Han comenzado movimientos populares en las zonas afectadas, que denuncian a Capitanich en Chaco o a Uturbey en Salta.

En Tartagal y Orán se produjeron importantes movilizaciones que pusieron en pie comisiones de vecinos y un comité popular de crisis -en contraposición con el comité de crisis del municipio. Algunos sectores están planteando "que se vayan los ocultadores" (La Nación, 6/4). Estas movilizaciones consiguieron presupuesto para la conformación de brigadas de "descacharrización" y desmalezamiento con desocupados y el compromiso del incremento del personal afectado a los hospitales zonales.

El dengue pone en evidencia las contradicciones que produjo la sojización (riqueza para pocos en el campo, pobreza para muchos en las ciudades y en el campo). Los hospitales públicos están funcionando en condiciones de vaciamiento de insumos, equipos y médicos y enfermeros. Un médico atiende 600 consultas diarias...

Vuelven las enfermedades del pasado (cólera, fiebre amarilla, dengue, leishmaniasis, etc.) porque durante la última década se vació el organismo estatal orientado a su prevención.

El problema del dengue es un problema social y político. Las autoconvocatorias en las zonas afectadas marcan el camino: asambleas populares de los trabajadores que tomen en sus manos la resolución del problema que el gobierno ningunea. Fuera los gobiernos del dengue; impulsemos un congreso obrero, campesino e indígena frente al desastre que está provocando la descomposición del régimen político. Por un plan obrero contra el dengue y la catástrofe capitalista. Fumigación casa por casa. Brigadas populares de desmalezamiento, "descacharrización" y fumigación, integradas por desocupados incorporados a planta municipal. Triplicación del presupuesto de salud y educación. Prohibición del desmonte; confiscación de la gran propiedad terrateniente, el capital agrario. Plan de reforestación y reconversión agraria. Impuestos confiscatorios al gran capital para financiar la industrialización provincial, el acceso al agua potable y un plan de viviendas populares. Expropiación y control obrero de toda empresa que despida o suspenda. Nacionalizar la banca y el comercio exterior para que la crisis la paguen los capitalistas.

Freddy Gima