21 de agosto de 2010

En torno a la licencia de Fibertel

Fibertel debe continuar, no bajo la dirección del monopolio Clarín ni del Estado K, sino bajo una gerencia política formada por todos los partidos políticos, y por los trabajadores y periodistas independientes de la patronal mediática y del Gobierno.

Si Cablevisión-Clarín ha regenteado un servicio de Internet sin autorización, las primeras sanciones deberían aplicarse a los funcionarios que permitieron semejante ilegalidad y al Ejecutivo que apañó este comportamiento.

En cuanto a Cablevisión-Clarín, debería ser retirado efectivamente de la provisión del servicio, pero no para entregarlo a dos monopolios de las tele-ciber-comunicaciones. Tal cosa sería además un acto de lesa legalidad, toda vez que la ley de medios, contra la voluntad inicial del Ejecutivo, excluye a las telefónicas del servicio de triple-play, precisamente para no incrementar la posición monopólica que ya gozan. Debería convertirse en un servicio público bajo un sistema de dirección democrático.

La demorada acción del gobierno contra el grupo Clarín se explica por los largos años de complicidad de los K con los Magnetto, pero también es una consecuencia directa del arreglo reciente entre el grupo Werthein y Telecom Italia. Es que aunque Telecom Italia gana la posesión mayoritaria del paquete accionario y en el directorio, la parte política del acuerdo pone la dirección del monopolio en manos del grupo Werthein. Este grupo es de filiación harto kirchnerista; junto con Telefónica, los K se aseguran el mayor monopolio político mediático de carácter privado que haya tenido cualquier gobierno. Favorece asimismo el avance de otros dos grupos monopólicos, Direct Tv y Claro. El primero pertenece al grupo del venezolano Cisneros, un gorila amigo de Bush que ha logrado un acuerdo de larga duración con Chávez. El segundo es del magnate mexicano Slim, que tiene el monopolio inquebrantable de las telecomunicaciones en México.

¿Qué hacer entonces? Es muy sencillo: Fibertel debe proseguir sus actividades, no bajo la dirección de Cablevisión-Clarín, sino bajo otro gerenciamiento, por ejemplo constituído por un representante de cada partido político reconocido y por representantes de los periodistas, gráficos y administrativos que no integran el círculo de voceros ideológicos de Clarín, ni tampoco del gobierno.

Se trata, por supuesto, de una salida transitoria. Pero tiene varios méritos: 1. Pone un límite a la guerra de piratería que libran los grupos mediáticos opositores y favorables al gobierno; 2. Evita una mayor concentración de los monopolios de las comunicaciones; 3. Castiga el incumplimiento de las normas por parte de los grupos económicos y de los funcionarios que deben hacerlas respetar –incluidos sus tutores políticos; 4. Ofrece una solución transitoria pero democrática, y abre el debate sobre las condiciones para que se haga real el derecho a la libre información y a la libre expresión –en el cual Internet va ocupando una posición de absoluto relieve; 5. Relativiza el derecho de propiedad sobre los medios de producción social, que se ha transformado en un medio de extorsión entre capitalistas rivales y contra la opinión pública, a las condiciones necesarias para el desarrollo de una sociedad más libre.