18 de agosto de 2011

FABRICAS RECUPERADAS Y CGT: Una "integración" en la que pierden los trabajadores

Delegados de cooperativas y organizaciones del Movimiento Nacional de Fabricas Recuperadas (MNFR) con su referente Luis Caro, el Movimiento Evita a través de Emilio Pérsico, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) con su principal figura pública Juan Grabois, la cooperativa textil La Alameda con su presidente Gustavo Vera, más las Ligas Agrarias se vienen reuniendo hace algunas semanas para darle vida a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Proponen el ingreso de la misma en la CGT. Dicha voluntad se manifestaría en forma pública en un acto, en el que está prevista la presencia del secretario de prensa de la CGT, Juan Carlos Schmid -secretario general del sindicato de Dragado y Balizamiento, y mano derecha de Moyano.

Importa destacar que la cúpula cegetista y la burocracia sindical, de un modo general, le han dado la espalda -o directamente han sido hostiles- al movimiento de fábricas recuperadas. Por eso, no se reconoce a los trabajadores que se desempeñan en ellas como afiliados de las organizaciones sindicales. En las escasas excepciones que existen, el sindicato se ha valido de su influencia para mantener a la fábrica como un compartimiento separado, divorciado de la vida, movimientos y demandas del gremio. Se hace hincapié en su carácter de "trabajador autogestionado", diferenciado de los trabajadores asalariados y bajo relación de dependencia -con lo cual la naturaleza de sus problemas y reclamos serían diferentes.

La supuesta autonomía con la cual se ensalza la autogestión es, sin embargo, una impostura, pues los llamados trabajadores autogestionados -más que cualquier otro- son dependientes de la clase capitalista y del despotismo que éste ejerce en el mercado. De un modo general, el trabajo en las recuperadas es una variante más de trabajo precario, incluso en sus peores versiones. Una parte importante de ellas funciona como una suerte de tercerizada de las grandes empresas.

La conducta de la burocracia es una prolongación de la que viene sosteniendo con respecto a la tercerización. Así como ha renunciado a librar una batalla contra ella -más aún, usufructúa esa situación-, lo mismo ocurre con las cooperativas, a las que pretende convertir en base de operaciones de la dirección del sindicato para sacar un provecho económico y cazar alguna prebenda.

De modo que este ingreso a la CGT, lejos de superar la "fragmentación" de los trabajadores -como proclaman sus promotores, la termina por institucionalizar. Su inserción en la CGT será como trabajadores independientes, como "cooperativistas" y no como un asalariado más, parte de la clase obrera. Si la integración fuera real y no trucha como ahora, los compañeros de las recuperadas tendrían que poder afiliarse a los sindicatos del ramo de la actividad a la que pertenecen, los cuales deberían abrir sus puertas y otorgarles a los mismos plenos derechos -incluido el acceso a la obra social del gremio. Los sindicatos deberían ponerse a la cabeza del reclamo al Estado de una jubilación y cobertura médica similares al resto de los trabajadores en actividad. Y, por supuesto, un salario cuyo piso no fuera inferior al del convenio. En lugar de eso, este acuerdo sobre el que se bate es el parche que va a sellar su segregación, agrupándolos a una confederación aparte de la estructura sindical.

Dicho todo esto, ¿a qué se debe, entonces, el súbito interés de ambas partes por impulsar este ingreso? El tiempo terminará dando la respuesta definitiva, pero no es ajena a este movimiento la modificación introducida por la nueva ley de quiebras (que plantea que, de ahora en más, las nuevas cooperativas deberán contar con el consentimiento de las organizaciones sindicales reconocidas). Algunos de los referentes de las cooperativas (léase punteros) han picado en punta para conquistar el favor de la burocracia sindical; la que, a su vez, necesita rodearse de personal que maneje el paño para hacer pie en este nuevo terreno. Un matrimonio por conveniencia, en el que van a salir perdiendo los trabajadores. Este acuerdo, por otra parte, no va ser el último ni el definitivo. Muy probablemente, desate una competencia con otras fracciones rivales al moyanismo dentro de la CGT y entre nucleamientos de empresas recuperadas, que también están cooptados y que mantienen fuertes vínculos con otras alas del gobierno o de los partidos patronales. Frente a esta nueva tentativa de manipulación, los compañeros de las recuperadas deben impulsar una integración autentica con el resto de la clase obrera -lo que pasa por la lucha y defensa de sus condiciones de vida frente a la explotación capitalista y todas sus manifestaciones.


Pablo Heller