18 de agosto de 2011

La victoria política del Frente de Izquierda

El domingo pasado el Frente de Izquierda sobrepasó holgadamente el ‘piso' de proscripción impuesto por la ‘reforma política'. Obtuvimos un 30 por ciento por encima de los 400 mil votos que nos habíamos fijado como objetivo, y un 60% más de los votos equivalentes al 1,5 por ciento que establecía la legislación electoral. A pesar de su modestia numérica (520 mil votos), el resultado retumbó como una bomba política: es que no se trata de una cuestión de aritmética, sino de haber logrado la adhesión a una convocatoria política y a un objetivo desde el programa, los partidos y los dirigentes de la izquierda revolucionaria. El Frente de Izquierda rechazó el remanido discurso de "la democracia con justicia social" que caracterizó a los frentes democratizantes del pasado, promoviendo en su lugar una plataforma de reivindicaciones, la cual solamente podrá ser realizada en forma integral por un gobierno de los trabajadores. El domingo pasado, el Frente de Izquierda superó, en términos absolutos, a la ‘gran elección' de Izquierda Unida en 1989. Los medios de comunicación nos pusieron en la lista de los "vencedores" de las primarias y se planteó si esto significaba la instalación a corto plazo de una fuerte izquierda de fisonomía clasista y socialista. Es que la modestia de los números encubre también otra fuerte realidad política: en la Ciudad, la provincia de Buenos Aires, Neuquén, Córdoba y Salta, los números abren una posibilidad de luchar por diputados nacionales -aunque no se trate de ningún modo de un objetivo que se encuentre al alcance de la mano. En sólo treinta días, los votos del Frente de Izquierda en la Ciudad de Buenos Aires pasaron de 18 mil a legisladores a 81 mil a diputados nacionales -del 0,9 al 4,5 por ciento-, y a una distancia visible de los cien mil votos que requeriría acceder a una banca en el Congreso de la Nación.

La primera razón de esta victoria es haber planteado la campaña en términos correctos: la lucha contra la proscripción electoral. Se trata, ciertamente, de un planteo democrático, pero es una necedad limitarlo a esto, pues estaba asociado a la intervención política de una fuerza anti-capitalista: o sea de un programa definido, de una corriente política definida y de dirigentes con una trayectoria de décadas de combate obrero y socialista. Las primarias han permitido que construyéramos un puente entre una reivindicación democrática y un planteo socialista. La campaña electoral que se inicia debería servirnos para profundizar la ligazón de la primera con el segundo.

La naturaleza proscriptiva de las primarias quedó en evidencia con la exclusión de Proyecto Sur de la elección nacional, a pesar de la representatividad que había conseguido en el Congreso y de que se había ofrecido, hasta hace un par de semanas, para conquistar el gobierno de la Ciudad. Proyecto Sur pagó cara su negativa a luchar contra el piso electoral; es decir, su complicidad política con el planteo proscriptivo.

Redes sociales y lucha de clases

Alcanzó una notoriedad descomunal, en la campaña, la iniciativa de Jorge Rial y Gustavo Sylvestre que fue conocida por la etiqueta de #unmilagroparaltamira; incluso se le atribuyó la paternidad de los resultados del Frente de Izquierda. La falacia ya había sido refutada por el propio Rial, que reconoció que su iniciativa había sido inspirada por la campaña audiovisual del Frente y por el mensaje político de sus candidatos. Un medio de difusión sólo puede dar vida a un planteo convocante, de ningún modo fecundar de la nada. Por otro lado, parece que se hubiera olvidado que la red procesa un debate político, no dicta conductas. El debate que allí protagonizaron millares de jóvenes está relacionado con una militancia concreta, que naturalmente se desplegó en ámbitos diversos -los lugares de trabajo y de educación, entre los activistas y los intelectuales. Antes de que la lucha de ideas en la red comenzara a cobrar forma, varios centenares de intelectuales ya se encontraban movilizados contra la proscripción de la izquierda. El intento de adulterar el carácter militante de nuestra victoria política (¿qué clase de victoria política es, para la izquierda, la que no se arranca a través de la militancia?) por la repercusión que nuestros planteos adquirieron en la red llevó a muchos a cuestionar la expresión ‘milagro' como si ese lenguaje alienante hubiera sido una iniciativa del Frente y de sus candidatos, en vez de ser una ocurrencia de los periodistas para potenciar la campaña -e incluso una ironía aplicada a la condición socialista del Frente. Lo que importa es que el término adquirió una función movilizadora -lo contrario de la espera resignada y pasiva que implica. Los necios olvidan que numerosas guerras revolucionarias progresistas se libraron con un manto ideológico religioso (incluida aquí la expresión camuflada de religión que fue el racionalismo de la revolución francesa, que se convertiría en la adoración a un Ser Supremo de naturaleza laica). El desprecio a la movilización del periodismo a favor de la izquierda solamente puede ser tachado de sectario, cuando no se convierte en ataque directo de los enemigos de la izquierda. Fueron decenas los periodistas radiales que se pronunciaron al aire, frente a sus oyentes, por el voto al Frente de Izquierda. Es necesario apuntalar este proceso político, aunque es inevitable que se desarrolle con el tiempo una diferenciación política en este sector. ¿No es acaso en el campo de los trabajadores de prensa donde se ha desarrollado con fuerza el sindicalismo de clase? En esta pelea intelectual por la caracterización del uso de las redes sociales -una expresión más de la lucha de clases-, muchos buscaron ocultar el rol importantísimo que jugaron destacadas bandas de rock en la promoción del Frente de Izquierda, grupos cuyos líderes vienen acompañando las luchas obreras desde hace mucho más tiempo. A través del Partido Obrero y del desarrollo de un Frente de Izquierda, los obreros activos y con conciencia de clase ganaron a las mejores expresiones musicales para una lucha política definida.

Lucha electoral y conciencia de clase

Lo ocurrido con la campaña de nuestro Frente demuestra la importancia que adquiere la lucha electoral en determinadas condiciones. Históricamente, ha sido un factor poderoso para desarrollar la conciencia de clase y la organización del proletariado -desde los "cartistas" ingleses en los años 40 del siglo XIX hasta el bolchevismo ruso, pasando por la gigantesca experiencia de la socialdemocracia alemana. Oponer en abstracto la lucha electoral de los socialistas a la ‘movilización' o ‘acción directa' es propio del anarquismo, históricamente, y del radical pequeño burgués en la actualidad. Los trabajadores que ocuparon terrenos de Blaquier protagonizaron, fuera de toda duda, una gran movilización que les servirá como lección para luchas futuras y como experiencia de una lucha de clases aún incipiente. Sin embargo, votaron en masa por el mismo gobierno que les mandó la policía asesina. Un lector de Prensa Obrera nos advirtió que la aceleración de las tendencias movilizadoras y revolucionarias que puede ejercer la agitación promovida a través de internet -como ocurrió en los países árabes o en España- sufren desgaste y disipación por la ausencia de un partido revolucionario, en tanto que la promoción a través de esos mismos medios del Frente de Izquierda podría desarrollar, en ausencia de una situación revolucionaria, la fuerza dirigente que en un tiempo próximo podría ser el catalizador de las energías revolucionarias de las masas. Por eso es tan importante, en la campaña electoral que sigue, echar al lastre el doctrinarismo y desarrollar un discurso que ayude a los explotados a elevarse, aunque sea un escalón, a una conciencia de clase más definida.

Los desafíos del Frente de Izquierda

La victoria aplastante de Cristina Kirchner sobre sus rivales del campo capitalista ha vuelto a mostrar la volatilidad extrema del voto, luego de las derrotas de ella misma en las elecciones locales de Capital, Santa Fe y Córdoba. La victoria abrumadora de la Presidenta es la contracara de un agravamiento de la crisis política: la bonapartista debe ejercer su función de arbitraje en una suerte de soledad extrema. La desintegración de la oposición de cuño capitalista amplía el campo al cual puede dirigirse la agitación electoral del Frente de Izquierda. En la mayor parte de las experiencias históricas, el agotamiento del bonapartismo no produjo un tránsito suave al parlamentarismo, sino a la revolución. El Frente de Izquierda enfrenta el desafío, por un lado, de poder simplemente retener su votación del domingo pasado; por otro lado, encuentra a una enorme masa social o políticamente opositora abandonada al vacío político. Entre estos dos polos de posibilidades o alternativas se desarrollará la campaña del Frente de Izquierda. Quedará expuesta su madurez política. El objetivo es subir uno o varios peldaños más en el desarrollo político, conquistar una bancada revolucionaria en el Congreso y añadir a la militancia cotidiana un par o varios pares de tribunos revolucionarios.


Jorge Altamira