18 de julio de 2013

Milani, un represor

El soldado conscripto Alberto Agapito Ledo desapareció en Tucumán, en 1976, cuando era asistente del subteniente de inteligencia César Milani, hoy titular del Ejército y adherente del “proyecto nacional”. Ahora, un grupo de ex presos políticos riojanos pide que se reabran las investigaciones por aquel hecho.

Ledo era asistente de Milani en el Batallón de Ingenieros de Construcciones 141, con asiento en La Rioja. El 20 de mayo de 1976, ambos fueron trasladados a Monteros, Tucumán, cuando se desarrollaba allí el Operativo Independencia, ordenado por el gobierno peronista de entonces. Por aquella operación, más de 5 mil militares ocuparon la provincia y -con la excusa de combatir a un insignificante foco guerrillero que el ERP había instalado en el monte, secuestraron- torturaron y asesinaron a miles de militantes populares, obreros, estudiantiles y campesinos. Milani fue asignado entonces a la unidad de Operaciones Antiterroristas.

Según diversos testimonios, en la noche del 17 de junio de ese año, mientras cumplía una ronda a las órdenes de un capitán de apellido Sanguinetti, Ledo fue secuestrado y no volvió a saberse de él. A Graciela de Ledo, la madre del conscripto -hoy miembro de Madres de Plaza de Mayo- le dijeron que su hijo había desertado.

En estos días, Enrique Vergara y otros ex presos políticos de La Rioja pidieron, en sede judicial, que se investigue el papel de Milani en aquella desaparición. Con esa iniciativa, intentan contrarrestar la solicitud de archivar la causa contra el actual jefe del Ejército, presentada en su momento por el fiscal tucumano Pablo Camuña.

El de Ledo no es el único caso que involucra a Milani. En el Nunca Más, de la Conadep, aparece vinculado con el secuestro de Ramón Alfredo Olivera, detenido y desaparecido en un centro clandestino de La Rioja. Olivera, en su testimonio de hace casi treinta años, dijo que quien se lo llevó fue “el teniente Milani”, quien, más tarde, lo obligó a firmar una declaración -redactada por los militares- en la cual el secuestrado admitía su pertenencia al ERP.

Alejandro Guerrero