Por estos días, el gobierno ha decidido incorporar de nuevo a la Anses para financiar la fuga de capitales. Por un lado, ésta ha salido a vender dólares “para complementar la oferta del Banco Central y evitar una caída exagerada de reservas” (Ambito Financiero, 31/8). Pero, adicionalmente, ha reforzado sus depósitos en pesos en los bancos (plazos fijos), para contrapesar la caída que provoca la fuga al dólar. La Anses va contra la corriente de los especuladores, o sea que arriesga el fondo de los jubilados. Vende los dólares cuando la divisa sube; invierte en depósitos en pesos, cuando la tasa de interés está por debajo de la inflación. Para echar leña al fuego, “los pesos que inyecta tanto la Anses como el Banco Central se aplican a la compra de dólares” (ídem). O sea que la Anses vende sus dólares y compra pesos que coloca a rendimientos desfavorables, para que los bancos destinen esos pesos... a la compra de dólares. No sólo es evidente que la Anses está financiando la fuga de capitales; también es claro que Boudou y compañía están creando las condiciones de una desvalorización monumental del patrimonio de trabajadores y jubilados, en el caso de una devaluación de la moneda.
No sorprende, en este cuadro, que la Corte haya resuelto descartar la extensión del fallo Badaro a todos los jubilados (ajuste de las jubilaciones congeladas a partir de 1995 y 2003), según lo había pedido el defensor del pueblo, por razones de “responsabilidad institucional”. Colocar a la Anses bajo el control de trabajadores y jubilados es una condición elemental para terminar con este desfalco.
Marcelo Ramal